CABO DE PALOS: Un final dorado para un...

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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Zona de inMersión
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CABO DE PALOS: Un final dorado para un...

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CABO DE PALOS: UN FINAL DORADO PARA UN COMIENZO CROMADO.


El final ha llegado y hay que afrontarlo serenamente, pensando que todo se hizo a mi manera. Claro, que si Sonia hubiera estado allí...
21/10/2013


Sí, es cierto, hubo un tiempo en el que podía ver la curvatura de la tierra a simple vista.

Una vez le di una clase magistral de buceo a un francés sobradísimo llamado Cousteau y me sobró tiempo como para tomarme unas birras en las fiestas mensuales de La Unión. Sí lectores/as de esta sección que finaliza, hoy, con este capítulo y con esta última entrega. Antes de cancelar la página web y de abandonar el mundo del buceo de una vez por todas, tengo que recordar cuando estaba en todo lo alto, en la cima, en la cúspide, allá arribota. Cuando podía sentir el respeto de ellos y la admiración de ellas, y no necesitaba gafas con cristales porlizos para ver lo que me era mostrado sin ningún pudor. Cuando era adorado. Cuando me querían por mi altruismo…

sí, en efecto, era donante de sangre, aunque nunca donaba la mía.

Cuando me querían porque parecía atraer la buena suerte…

Sí, en efecto, en una ocasión jugué a la ruleta rusa
con un arma completamente cargada
y… gané.

Me querían, sí… Pero, no adelantemos acontecimientos.

Es viernes, el último viernes de buceo, el último viernes de cubiqueitor, aunque a estas alturas de la mañana, ni siquiera lo sospecho.. Luis ya hace tiempo que llegó y estamos esperando a Mer, que viene de camino. Mientras, saco el coche de Raúl del garaje (el último viaje de la Scubamovil será para algo tan poco prosaico como cargar muebles) y empiezo a cargar equipos. Con precisión matemática (soy capaz de dividir entre cero y he contado hasta el infinito dos o tres veces) ordeno las bolsas en el pequeño maletero. Por alguna razón que no acabo de entender, en el último momento me decido a llevar el traje húmedo… cosas del destino. Pero no adelantemos acontecimientos.

Por fin aparece Mercedes y cerramos la puerta tras el último cubiqueitor que verán mis ojos. Ahora, tan subyugado y atormentado por lo sucedido, lo único que lamento es no haber grabado por última vez las calles de Carabanchel, la M45 y la R3. Los peajes desde la ventanilla del Passat parecen realmente grandes y las acumulaciones de conductores hasta llegar a la primera parada del último viaje me empiezan a resultar pesadas. Esta vez, no hay bocadillo de panceta a la brasa con queso manchego de la mancha ya que, lo mejor para que se ha inventado para el buceo he sido yo, y me veo obligado a dejarlo. Tan sólo una triste coca cola que ni siquiera lleva mi nombre antes de regresar a la carretera. La noche, nos alcanza llegando a Murcia y nos acompaña hasta el verbenero pueblo de La Unión, donde llegamos a la vez que Silvia y Bea, mis doctoras favoritas, de las que no esperaba una c… ¡no!, no adelantemos acontecimientos.

En la terraza, ante una mesa, el grupo, el último grupo, por fin se ha reunido. Nacho y Roberto (con su coche de patrón narco) llevan bastante tiempo esperando a juzgar por el otero de cáscaras de maní que hay frente a ellos. Completan el equipo Juan (la persona a la que tengo que agradecer mi nuevo enfoque de la vida) Marcos, Isabel y Sonia, otra Sonia, otra que no tiene nada qu… pero no adelantemos acontecimientos.

Del Solano al Zambra, a cenar. Mi última cena en una escapada de buceo aunque faltaron apóstoles y, porque no decirlo, alguna meret… repito, mi última cena, aunque faltaron apóstoles, pero es que no había más sitio en el centro. Ese es el motivo por el que... no vino, no podía, no era posible, pero yo estaba allí, y…. no adelantemos acontecimientos.

Tras una cena exquisita en la que se mezclaron las más selectas viandas de la cocina Unionera con los más sofisticados y novedosos materiales de construcción, algo de vino, cerveza y lo que le echen al café. Regresamos al hotel, para descansar esperando que las previsiones se cumplieran y disfrutáramos de unas excelentes jornadas de buceo en Cabo de Palos. Sólo eso ocupaba mi mente mientras confirmaba con siete u ocho páginas de meteorología las condiciones del mar. Por fin, puedo dormir unas horas antes de bajar a desayunar sin otros recelos, quebrantos o tribulaciones que hacer feliz a un grupo de buc… pero no queramos adelantar acontecimientos.



Repartidos en coches… pero sin Scubamovil, que es lo mismo pero no es igual.



Tal vez con la fiel e incombustible Scubamovil no hubiera, o, sí, pero tal vez no, porque no pasa lo mismo aunque sí lo parezca. En fin, que tras sortear curvas, ciclistas algún peatón beodo y un radar, llegamos a Cabo de Palos. Como, seguramente sea la última vez que me aloje en La Unión (tengo pensado rehacer mi vida en un lugar mucho más alejado del mar, tal vez sea en un desierto dónde esté permitido el juego) no he comentado lo excepcional del ambiente flamenco y minero que gozamos en la flamenca y minera población, y que, presentaba un lleno abrumador, rotundo, como si esta ciudad a la que llevaré siempre en mi corazón se quisiera despedir de mí. Pero, no adelantemos acontecimientos.

Entramos por la puerta del centro de buceo y ya nos están invitando a equiparnos. El mediterráneo está de lujo y quieren que comencemos a divertirnos cuanto antes, porque, Juan Carlos y sus secuaces de Islas Hormigas son así. Se preocupan de nosotros y quieren que estemos cuanto antes en el mar para tratar de apurar al máximo el tiempo y que nuestras inmersiones puedan alargarse todo el tiem…



Vale, de acuerdo, llegamos tarde.



Empezamos a equiparnos, a coger botellas y a cargarlas en los carros. Llevamos el cangallo hasta el mismo puerto y empezamos a cargar la barca animados por un patrón que ya es la sexta vez que se presenta y la duodécima que trata de empezar una pequeña arenga sobre como las normas de seguridad en la embarcación. Parece que la disciplina reinante en las últimas escapadas se ha diluido tan rápido como mis ganas por buc… aunque, no quiero adelantar acontecimientos.

Un mar calmado para lo que es Cabo de Palos nos recibe cuando nos alejamos de la negra costa, aún martilleada por un persistente mar de fondo, único vestigio de lo duro que puede ser el mediterráneo en este punto. Llegamos a uno de los bajos de Piles, el uno o el dos, la verdad, ya no importa, aunque creo que fue el dos. Tras una perfecta y sublime perorata sobre el qué, cómo, cuándo, dónde, quién y porqué de la inmersión empezamos a equiparnos y a saltar a un agua cada vez más calmada por encima, pero más movida por debajo. La mayoría de compañeros ya está en el agua, agarrados al cabo y aproximándose a la cosa que flota mientras Nacho y yo mantenemos una de nuestras largas conversaciones sobre la capa de ozono. Cuando la segunda pastilla de plomo vuela sobre nuestras cabezas, decidimos aplazar nuestro debate y regresar junto a un grupo que si pudiera soltarse del cabo hace tiempo que habría usado cuchillos como arma mochadora de genitales. Descendemos y quedamos junto al fondeo. El fondeo, es esa piedra grande dónde termina el cabo. La expresión “junto al fondeo” viene a significar que podemos estar a una distancia (corta) del mismo, visibles, si miras en la dirección correcta y audibles, si prestas atención a los sonidos del “pato” (doce bares perdidos en un larguísimo “Cuac”), claro que, si hubiera venid… no adelantemos acontecimientos.

Empezamos a navegar cuando Mercedes me apunta en la pizarra (hay foto) que Juan, Nacho, Roberto, Bea y Silvia se van por otro lado. Lo ideal es que Juan, Nacho, Roberto, Bea y Silvia hubieran tenido la misma información al respecto… pero no. Tras quince minutos disfrutando de la geometría del hormigón sumergido…

Tratamos de abrigarnos de la corriente hasta que se convierta en nuestra aliada y, en pocos minutos, pese a que el cielo está encapotado...



si es que no colaboró ni el sol en mis últimas inmersiones, menos mal que, en mis próximos proyectos, no me faltará luz



...desluce un poco el ambiente. Ambiente que no puedo mejorar ya que, olvidé el pérfido filtro rojo en el barco. Pese a todo, Meros, abades, “gitanos” dent…inos y, sobre todo, espet…inos animan mucho las nueve o diez primeras vueltas al bajo. Ver los mismos meros una y otra vez no consigue ahitar el “ansiamasá” de Roberto, triste por no poder llevar henchido de orgullo, en el fondo, el traje con el escudo del glorioso. Tras una aglomeración de peces, nos alegramos de ver los senos nos alegramos de recibir de nuevo en nuestro seno a Silvia, Bea y sus dos nuevas amigas que… ¡Ah!, no, espera, que no son cuatro, es Bea que se mueve más que la niña del exorcista en un concurso de break dance. En fin fuera como seriese y hubiere de ser, seguimos tratando de obtener imágenes de Isabel SO-LA sin que Sonia u otras personas se interpusieran y sacaran aletas en el plano secuencia. Ascendemos tras más de cincuenta y nueve minutos disfrutando de un agua cálida (a veces) sin termoclinas (que al final haber, hubieron) y con buena visibilidad (según lo que entiendas por buena visibilidad). Regresamos sin ningún comentario que comentar al puerto para cambiar botellas y regresar a toda máquina al bajo de dentro o bajo del medio para los más viejos del lugar. Para mí siempre será el bajo dónde abortamos una inmersión a los quince minutos. Pero ya no importa, ya que, no volveré a bucear. La verdad, no quisiera adelantar acontecimientos.

Si en el piles “X” encontramos corriente, en el bajo de dentro, la corriente es superlativa, indómita, insuperable. Por eso, tras un extenso briefing saltamos sin dudar al campo de gorgonias y a la cueva, donde se esconden reyezuelos, anthias y corvinas y donde la temperatura siempre es agradable. Espantando meros, seguimos a resguardo de la corriente buscando la otra cara. No hay que descender mucho. Abajo, hay frío y en el campo de gorgonias lo único que podemos hacer es tiritar.



Recibir las burbujas en la tripa me hace suponer que mi aguda observación no ha sido muy atendida.



Doblar la esquina sur del bajo es enfrentarse a la dura corriente, por lo que, me adelanto al grupo y les indico que hay que dar la vuelta. De todas formas, la vida está en los ocho metros, en la zona caliente (y no sólo por la temperatura del agua), en la zona del fondeo dónde medregales (lechas) dent…inos, espet…inos, jureles, sargos y demás interpretan una danza al ritmo del movimiento del mar que, junto a la presencia (por fin) del sol, conseguirá que poner un bonito colofón a mi etapa de buceador, aunque, a estas horas, ignorase esta situación. Pero no queríamos adelantar acontecimientos.

Una vez más desembarcamos equipos, recogemos, endulzamos y nos duchamos antes de sentarnos juntos, a la mesa, para degustar una última paella en un centro de buceo. Esperamos como caballeros a que todos estemos sentados sin prestar atención a la proximidad del pan a la salsa de mostaza y miel o de los barquillos al cubo de ali-oli. Roberto, hará los honores y repartirá una paella sazonada de forma ideal como para no subirnos la presión arterial que degustaremos en breve tiempo. Tras la pitanza, el grupo se divide entre paseantes, postreros, cerveceros gintoniqueros y siesteros, volviéndose a reunir justo antes de la nocturna. El viernes, antes de cenar, teníamos pleno para la nocturna. A la hora “H” del día “D” sólo se presentaron seis. Bueno, no pasa nada. A la cala, a ver cositas pequeñas mientras le damos vueltas al tochaco de piedra negra.

Hay que hacer las cosas bien y explicar a Bea (primera vez que…) cómo se hacen las cosas para disfrutar de noche. Quiero decir que, con un aparato a pilas en su mano, tiene que procurar relajarse y solazarse con… A ver, que no, que no va por ahí la cosa, me refiero a: señales, forma de iluminar, consejos para no perder la flotabilidad (sic), vida que veremos y sobre todo que se pegue mucho a mi (se despegó en un par de ocasiones) para que todo termine de manera satisfactoria. Ni mi última nocturna ni esa vaquita suiza de la pared merecían tanta desconsideración ni burla en forma de danza chacotera con trastorne parriba y pabajo hasta la expiración. Tan sólo nos detenemos ante la belleza de una Alicia miriabilis antes de llegar al fondeo y subir a superficie. Yo, aún no lo sabía, pero el final de mi etapa como buceador estaba muy cerca de llegar, muy muy cerca.



Si Sonia hubiera estado…



Así comenzó mi calvario. Bueno, mi calvario empezó años atrás cuando las transparencias afloraron entre lo que viene a ser el de cuero y el de cabelludo. Quiero decir que, lo que siguió a esta frase y que no pienso repetir, es el origen de esta aflicción que me crea una congoja justo en la toba del omóplato que me impide encontrar consuelo para tanta cuita. Frase que me persiguió en el centro, mientras que, por segunda vez en el día, poníamos los enseres de buceo al relente para su secado. Frase que me persiguió en el restaurante, para la que habrá de ser mi última cena de buceo. Allí decidí tomar en consideración el consejo de Juan para dedicarme al baile erótico en barra, en un casino de Las Vegas, donde nunca ha estado incluso, ha jurado no volver jamás, pero donde Él, es cliente habitual, conoce personalmente al dueño y me recomendará.



No hay tiempo para ahogar mis penas en alcohol
Al día siguiente hay que madrugar (7:30 desayunando)
Y he jurado ser un buen profesional hasta el final.



La mañana no colabora. Niebla. Mucha niebla. Una neblina que me impide ver con claridad el restaurante que aún está cerrado, el coche (también pudiera ser que no recordase dónde lo había aparcado) y deja en las aceras una capa de fría humedad que hace que me estremezca. Limpio los cristales de las gafas. Ahora veo el coche, el bar que ya han abierto y no parece que la niebla sea tan densa. Desayunamos. No encuentro consuelo ni siquiera en los abrazos sinceros de mis doctoras favoritas. Cuando me hablan de barotraumas inversos o listas de objetos perdidos… ya no me ilusiona. Sólo puedo alcanzar a ver barras brillantes en posición vertical firmemente ancladas a suelos y techos mediante tornillos de barullo con rosca de pelargón.



Mi futuro no es dorado, es… CROMADO.



La niebla no evita que lleguemos al centro, ni que sintamos en nuestras delicadas pieles el tacto de un “traje mojao”

si no sabes a lo que me refiero,

copia y pega este enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=m0Wez1-PBDI

La niebla no impide que nos equipemos con precisión y celeridad (algunos más que otros) y que embarquemos en el “Doblón”. La niebla no impide (pero casi) que encontremos a los barcos que por razones que no alcanzamos a entender nos dejaran abandonados sin un GPS que llevarnos a la patronera. La niebla no impide que Nacho haga alardes de su técnica de mosquetero y nos deje anclados a la cosa que flota que nos confirma que nuestra primera inmersión será en el bajo de Piles no sé cuántos. La niebla no impide que nos echemos al agua, ni que mantenga una conversación filosófica pre inmersión. La niebla no impide que todos comiencen a descender ANTES que yo esté en el agua. Cabrones, son unos cabrones.

Por cierto, Juan, he mirado en el BOE y otras publicaciones de similar prestigio y no encuentro nada sobre la señal “Qué” y su némesis “Qué de qué” o sobre la distribución de fragmentos de cabo sumergido en dirección ascendente o ascendente inversa, eso, supone que podrías haber echado una “pulso de buceador” (a ver quien acaba el aire antes, Manuel dixit) con ese furibundo “colega” sin tener consecuencias en el supuesto de victoria a los bares. En cualquier caso, siempre contamos con Leo.

Bueno, tras solucionar el Quedequé con pacifismo, dejamos a los demás haciendo inmersiones y nosotros nos dedicamos a los nuestro, que es bucear. Y buceamos en torno al tochaco sumergido viendo un PEZ LUNA. Sí, lo vimos el de la Gopro y yo, porque él si atendió a mi llamada, y a mis señales. Los demás no, pero él sí. Por eso él sí que vio un pez luna y los demás una mancha oscura allí en lo alto que sólo lo parecía…

Tampoco algunos llegaron a ver (dichosa manía de mirar al suelo) los dos bonitos que cruzaron como una exhalación el azul cada vez más intenso, pero si se prestaron a la hora de posar, bien solos, bien con peces, o, bien poniéndose en todo el medio cada vez que trataba de obtener imágenes de Isabel. En esta última tarea he de decir que TODOS y TODAS colaboraron de manera muy activa… y no diciendo más ná, casi lo digo tó. Al salir, la niebla persiste, aunque se está viniendo al merme. Algo que comprobamos tras regresar al puerto, cambiar botellas y salir disparados ya con un sol de justicia y un mar en total calma a otro Piles, al que sea, lo mismo me da.



Mi última inmersión estará entre las Islas Hormigas y el faro del Cabo de Palos.



Último descenso, empujado por la corriente, entre espet…inos, vaquitas suizas, burbujas, cardúmenes de buceadores, más burbujas y un primo lejano enviado para rendirme pleitesía por el mítico ballesta TITÁN, ya que he sido el único ser humano en visitar sus dominios y volver para contarlo.

Ascendemos. Esto se acaba. Bueno, realmente, no acaba aquí. Para que esto termine tenemos que regresar a Madrid, en un silencio completo, sólo interrumpido con el silencio de los últimos bocadillos de panceta a la brasa con queso manchego de la mancha (lo mejor que se ha inventado para el buceo desde yo mismo) regados con unos refrescos que no llevan mi nombre escrito y un café con hielo que me mantenga soñando despierto en mi nuevo futuro cromado. Llegamos a Madrid, pronto pero tarde. Pronto para dedicarme a mi nueva faceta de virtuoso de la verticalidad en barra galvanoplástica y tarde para recuperar vocaciones bajo la cota cero. Cuando la puerta se cierra, sé que he dejado atrás Cabo de Palos, con unas condiciones únicas que serán difíciles de repetir. En el horizonte, Las Vegas, Nevada, y ese pequeño casino de la reserva india en mitad del desierto donde compartiré la gloria con la mujer barbuda, el verdadero Elvis o el profesor de Inglés de Ana Botella, pero eso… será otra historia.



Esta última crónica está dedicada a Juan H, el filántropo que me hizo comprender cuál era mi verdadero destino, el guía espiritual que entendió que era mejor bucear con un traje húmedo de 5mm en termoclinas oscuras y frías en lugar de emplear un traje seco. El ser humano capaz de enfrentarse a un ballesta TITÁN sin pestañear pero que teme a los nudibránquios cuando son más de dos y te rodean.



Durante años he seguido fiel a mis principios, sin dejar que nadie moviera los hilos, sin permitir que nadie me dijera lo que tenía que hacer en cada momento, siendo yo el jefe, la voz cantante, el líder inquebrantable. Hoy tengo que dar las gracias a todos aquellos que han tenido algo que ver en estos años dedicad… un momento… sí, sí, sí, claro, por supuesto, sí… perfecto, ahora mismito…. En fin…



Que dice Sonia que si ella hubiera estado en Cabo de Palos que nada de esto habría pasado y que me deje de tonterías… que ya se encarga ella de lo de Carboneras.



Pues eso, que...



...Cuando la puerta se cierra, sé que he dejado atrás Cabo de Palos, con unas condiciones únicas que serán difíciles de repetir. En el horizonte, Carboneras la cuna de la ideología Scubagueto y dónde no faltará de ná, pero eso… será otra historia.

Un saludo.
Raúl :D

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