CALAHONDA: Ice Innovation Break II.

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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Zona de inMersión
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CALAHONDA: Ice Innovation Break II.

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ICE INNOVATION BREAK II


Tribulaciones de una tetería directa, pero no recta.
22/03/2014


Es algo más.

Algo que no encaja en ninguna de las definiciones que aparecen en Google. No es posible explicarlo, simplemente, se tiene o no se tiene, se siente o no se siente. Ya no es cuestión de compartir una visión común de la actividad de buceo. Es algo más que confianza y es mutuo, por supuesto.

Antes del “cubiqueitor”, antes de recorrer las principales arterias de Carabanchel, antes de buscar la ruta que nos lleva al mar, antes de compartir mesa, antes de iniciar la inmersión, antes...estáis vosotros. Antes de la planificación, antes de los proyectos, antes de las iniciativas, antes de las innovaciones, antes...estáis vosotros. Antes de compartir kilómetros en carreteras que parecen languidecer en el horizonte, antes de pasar muchas horas de buen humor, antes de las confidencias, antes de las anécdotas, antes...estáis vosotros. Antes de subir o bajar los cierres, antes de hacer caja, antes de la facturación, antes de los trimestres, antes de las cuentas de resultados, antes...estáis vosotros.

Para que Zona de Inmersión se ponga en marcha, antes...tenéis que atravesar nuestra puerta y entrar en nuestro mundo.

En ocasiones (somos humanos), no hemos estado todo lo acertado que quisiéramos. A veces, la forma de solucionar la equivocación puede que no haya sido la más adecuada. Puede que alguna situación nos haya superado. Cuando nuestros descuidos son la causa de que no volváis sólo podemos pedir disculpas y aprender de lo sucedido para que no se vuelva a repetir. Normal.

Pero a veces hay motivos que son ajenos a nosotros. Motivos tan personales que no podríamos comentar sin romper normas de confidencialidad de ética o de respeto. A veces somos conscientes o partícipes...a veces no.

Por eso queremos comenzar la crónica de la “Ice Innovation break II” expresando nuestro sincero deseo de que jamás os fallen las fuerzas y que nunca perdáis la ilusión. Os esperamos pronto en Zona, para enseñaros a bucear, para equiparos con calidad o simplemente para compartir una copa. Aquí estamos.

Somos lo que somos porque hacemos lo que hacemos, pero esto...esto será otra historia…

La que nos ocupa a partir de ahora empezó en el lejano mes de febrero, cuando la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior sumada a los vapores altamente alcohólicos y a una efervescencia del “ansiamasá” termino por convocar una “Ice innovation break I” que rápidamente contó con muchos y prestigiosos adeptos. Llegada la hora “H” y el día “D” la desmotivación por hacer una caribeña a 230 Km/h motivó el aplazamiento (que no suspensión) de la escapada. El cafelito que nos tomamos cerca de Burgos no fue suficiente para suprimir las ganas por bucear de manera que marzo vería el resurgir de esta expedición, que buscaba el renacer de las inmersiones invernales, esas que según una miniatura submarina de Batman, son sólo para pobres…

Pese a las ausencias por mudanzas, cambios de turno, amenazas de cercenaciones en partes erógenas y otras causas tratadas al principio de esta Scubacrónica, la representación Scubagueto resultó variada e innovadora, incluyendo una novedosa brisa leonada de aire fresco que aunque a regañadient…(oooops) no pudo bucear. Pero no adelantemos acontecimientos…

Primer “cubiqueitor” serio de la temporada con talegas extras para tanto traje seco y la reprobada bolsa de “Murillo” repleta de pastillas con un sano color zarco y de sus eternos “quinientos”. Tras comprobar que el parón invernal no ha reducido mis capacidades “cubicadoras”, esperamos a Silvia y a Fernando que han bajado al Maraes a tomar un bocadillo. La otra Silvia (la que bien pudo ser coleccionista de pegatinas de plátanos en gaveta ajena, pero opto por ser Scubagueto) y Bea ya están en un atasco. Por lo tanto, la “Ice innovation break II” se considera en marcha. Una marcha que languidece cuando en el horizonte aparece el punto kilométrico fatídico, madre de todas las infamias. Superado el tramo, sin “Berlingos” en nuestra zona de seguridad, continuamos anotando puntos de interés en el GPS (pendiente de actualización, ya voy avisando) hasta superar Despeñaperros, Guarroman, La Carolina y detenernos en una estación de servicio, a la que el finísimo olfato de “Murillo” (desde que le operaron los ojos, el resto de sus sentidos han evolucionado hasta la impudicia) dio su aprobación. Pese al revuelo de tanta hormona juvenil, pudimos tomar unas infusiones y hacer un descanso, sólo amargado por la presencia de un desterrado cofrade de la “tuna” con cierta necesidad de transporte. Cierta necesidad a la que obviamente no hicimos el mínimo esfuerzo por satisfacer.

Como es de recibo, entre risas, anécdotas, informaciones sobre próximos viajes y más, mucho más, llegamos a Calahonda con tiempo suficiente como para encontrarnos con Julia y Salva a las puertas de Dárdanus y “descubicar” la Scubamovil. Una vez los equipos quedaron colocados siguiendo un minucioso criterio de caos, decidimos volver grupas hacia el “Ancla” donde tenemos prevista la cena. Antes, hay que solucionar el tema del reparto de habitaciones, ya que, asumida la dificultad de “Murillo” por consumar el cuarto, Mercedes compartirá aposento con Sonia.

Caballerosamente, custodio la llave de la habitación que compartirán Bea y Silvia (aprendiéndome de memoria el número) mientras ascendemos al reformado primer piso del Hotel. En dos ocasiones nos trataron de enjaretar una habitación con cama de matrimonio al señor de los quinientos y a un servidor. Un servidor que, velando por mantener ciertas virtudes intactas, persuadió al recepcionista para que nos propiciara la pernocta, si no en camas separadas, por lo menos en habitaciones tan distintas como distantes. Finalmente, alojados ya en las reformadas instalaciones de lo que será nuestro acantonamiento durante el fin de semana, bajamos a cenar y mientras esperamos a mis doctoras preferidas, degustamos unas deliciosas Alhambras acompañadas por unas generosas tapitas típicas de la zona. Tras la tragantona de calidad y una vez se confirma la hora prevista de inicio de actividades, llega el resurgimiento de la excusa vacua para eludir la sagrada tradición de la contemplación de la Jaquetona Calahondeña desde la terraza del bar de la primera emigrante del mundo, hogar del Lince de la Carchuna y de la degustación de la ración de “palomitas” calinosas regadas con lo que nos quieran servir. Lo que viene a ser el disfrute de cama calzada de abajo y viciada para la derecha.

Noche tranquila, si no fuera por unos misterios redobles repicados procedentes de la habitación del fondo del pasillo. Y no diciendo “más ná, lo digo tó”. Sólo puedo afirmar que, cierta bolsa regresó con un volumen ciertamente inferior.

Hechos memorables, misterios sin resolver. Podría ser un montaje, pero no deja de ser inquietante.

Por fin amanece. El ajetreo comienza en el ancla con la llegada de la benemérita, las fuerzas de orden público, los equipos de fútbol base y las mesnadas del IMSERSO. Pese a todo, podemos disfrutar de un desayuno en la acogedora terraza del restaurante con vistas a las mejores imágenes de la clasificación del G.P. de Australia. Sólo un pequeño paseo nos separa del centro y de la liturgia del calzamiento del traje seco. Todos, excepto Fernando, que confía en su absoluto control sobre su organismo, la calidad de su traje semiseco (no quiero más risas sobre este punto) y la confianza en las predicciones de Maldonado, al que en este fin de semana se le fue la olla un poco y tendría que dejar la bebida, porque rozó la conversión en Cabrón (ver tabla adjunta).

TABLA “MALDONADO” DE COMENTARIOS SOBRE SUS PREDICCIONES

TEMPERATURA PREVISTA DEL AGUA 16º

TEMPERATURA REAL DEL AGUA COMENTARIO APROPIADO
6º / 7º ¡ Que hijo de la grandísima… ¡
8º / 9º Menudo Cabrón
10º / 11º Tendría que dejar la bebida
12º /13º A veces se le va la olla
14º / 15º Es un crack, que tío no falla una
16ª / 17º Que majo es Maldonado
18º / 19º Seguro que esto es cosa de Julia
19º / 20º ¿En Marzo? vamos deja lo que estés fumando

Por fin llegamos al centro, saludamos a todos, y con una coordinación ejemplar, una disciplina admirable, una precisión suiza y una agilidad impensable nos equipamos en un tiempo record.

Vale, esto último es un “mentirusco gordo atao con piedros”.

El caso es que nos subimos en una furgoneta que por momentos pareció envolvernos en poemas endecasílabos sáficos, al menos, desde mi punto de vista. Evidentemente, dadas las adyacencias motivadas por la incorrecta relación entre culos y asientos algunas viajaron sobre las rodillas de otras y hasta aquí puedo contar. Sólo digo que maldigo al que arregló las calles antaño llenas de baches.

Por fin llegamos a la playa de Calahonda, descargamos botellas, montamos equipos, hacemos uso de los baños públicos y empezamos la primera inmersión. Charla técnica, explicación, formación de parejas y comprobación que a Maldonado se le fue la olla y que la visibilidad en principio no será. Que no pasa nada, que si hubiera haber sido se sería, pero como no era, no será, al menos de aquella forma. Es decir, que apenas iniciada la inmersión el grupo se reduce a dos, Merce y yo. Esperamos al resto durante un minuto y tal como mandan los manuales pasamos de los demás e iniciamos nuestra inmersión. La primera parte de la buceada se hace con menos de dos metros de visibilidad. Vamos pegados a la roca, encontrándonos grandes ceriantos con sus tentáculos mecidos por el mar de fondo. En el fondo, peces planos. Muchos serranos abandonan la seguridad de sus cuevas para vigilarnos con curiosidad. Las julias nos siguen con la esperanza que un aleteo desafortunado proporcione una oportunidad de alimentarse. A partir de los 13 metros de profundidad la visibilidad mejora y a medida que nos alejamos de la playa mejora mucho más. El conjuro a la ninfa “dosenunburro” funciona y a la altura de las gorgonia tenemos unos excelentes 8 metros de visibilidad. Un lujo que nos permite recrearnos con los detalles en forma de nudibránquio que hay en cada piedra, las bellísimas anthias y los grandes ermitaños con su escolta de anémonas. La vida incrustada en la roca es variada. En la antena, decidimos regresar encontrando muchas más sorpresas antes de llegar de nuevo a “la zona oscura”. Ahora sólo queda ascender y parar el ordenador en algo más de una hora.

El intervalo en superficie se hace disfrutando de un sol que templa los cuerpos, comentarios sobre la inmersión y la degustación del caldo, los líquidos y las frutas que nos ha traído Julia. Está claro que nos tiene que hacer la pelota ya que entrará al agua con nosotros en la segunda inmersión. La relajación que tenemos se interrumpe por los chillidos de los "patos de mar" y los graznidos de Chema que nos reclama a bordo. Un desplazamiento rápido y tras analizar Zacatín y Cala Higuera optamos por perpetrar la Rijana, nombrada así en honor de la cantante Andaluza de origen sudafricano. La visibilidad aquí es mucho mejor. La poca profundidad del inicio hace que estemos más expuestos al mar de fondo pero es una incomodez que desaparece al ganar profundidad.

Con elegancia y equilibrio pasamos por la ventana de piedra y cruzamos el túnel tapizado de coral naranja. Estamos al otro lado y sólo nos queda navegar manteniendo la pared a nuestra derecha. Sonia va intentando grabar algo. Yo voy guiando. De vez en cuando, freno de golpe para comprobar si Bea sigue pegada a mí. Un leve impacto en mi aleta confirma mis sospechas...sí, sigue allí. Tras otra hora de inmersión buscando las gambitas en las anémonas de arena, los nudibránquios, el congrío que vimos todos menos Murillo y el pulpo grande.Ascendemos con ganas de quitarnos el traje y sentarnos a la mesa.

Durante el almuerzo y confirmada la ausencia de nocturna, decidimos aceptar la propuesta de Silvia y programar una pequeña excursión por Granada. El sacrificio era enorme ya que corríamos el riesgo de perdernos el partido del Madrid con esos comentarios en directo de Javi Murillo que tanto le gustan a Villa. Tras una pequeña ruta por las rotondas más circulares de la ciudad aparcamos el coche y caminamos directos, pero no rectos, buscando la zona de las teterías y el lugar de la “plantá” de las fallas. La verdad, no hay que ilusionarse mucho. Las “teterías” es un callejoncito lleno de locales donde te sirven infusiones, nada que ver con esas “teterías” de carretera con luces rojas y barras verticales que solemos frecuentar, pero a las que nunca hemos entrado, ni tenemos intención de regresar.

Una conversación amena y agradable, un paseo relajante empezando a sentir los aires fríos de Sierra Nevada, una última mirada a la Alhambra (la cerveza) y de nuevo en carretera, de vuelta al Ancla para honrar a la sagrada tradición de la Barbacoa. Terminamos tarde y el maltrecho tobillo de Silvia nos sirve a todos de excusa para marcharnos a la cama. Esta noche, tampoco habrá tiempo añadido.

La noche, al parecer, vino acompañada por ruidos sordos, rítmicos, cadenciosos, acompasados y cálidos. A eso de las tres y media de la mañana “Vita” y Fernando pudieron conciliar el sueño y la bolsa de Murillo había disminuido su volumen otro 39%. El nuevo día nos trajo sol, una agradable temperatura y nada de viento. Otra invasión de la zona noble del restaurante nos dejó solos ante el desayuno, viendo el vídeo. No uno cualquiera, no… ¡¡¡ EL VIDEO !!!. Porque si no lo tuviera, bueno, pero teniéndolo, esa obra documental se tenía que mostrar al mundo entero.

Llegamos al centro, nos repartimos en los vehículos y con la tradicional rapidez y coordinación Scubagueto, dejamos que Chema nos lleve a La Cueva del Melonar. La propuesta era hacer una caribeña, pero claro, Julia estaba a bordo… De modo que, echamos el ancla para los que tenían rojitas las orejas, saltamos al agua y comenzamos el descenso. Comenzamos la inmersión rodeando un gran bloque de piedra que sirve de refugio a un cabracho de buen tamaño para continuar con la pared a nuestra derecha buscando la entrada de la cueva. Dado que hay tráfico de entrada prefiero continuar y dejar la visita para el final. Una vez doblamos la esquina, aparece la corriente… en contra. Tratamos de avanzar pero la fuerza del agua es grande, de manera que lo mejor será regresar...ahora impulsados por la corriente y regresar al punto de inicio. Antes de entrar con Nacho a la cueva, nos entretenemos en una piedra donde trajinan en menos de veinte centímetros cuadrados tres especies distintas de nudibranquios. Un bello ejemplar de Hypselodoris Picta se cruza en nuestro camino y nos muestra con orgullo su penacho de branquias. Entramos a la cueva tratando de no levantar sedimentos y avanzamos tratando de no molestar demasiado a los dos grandes ejemplares de Torpedo Marmorata que descansan amparados por la oscuridad reinante. Atravesamos un nutrido cardumen de salmonetes reales y nos detenemos unos minutos a disfrutar con la elegancia de los Anthias. Los últimos minutos de la inmersión los pasaremos en la parte superior de la gran roca, buscando entre las anémonas las esquivas gambitas.

Cuando regresamos al embarcadero el viento del sur ha hecho acto de aparición y el viaje resulta un pelín más fresco. La agitación del mar y las rompientes nos aconsejan que la última inmersión del fin de semana se haga en el Zacatín. Antes, un intervalo en superficie para aliviar presiones y retomar calorías en forma de fresas, pastelitos que tendrían que estar muy buenos y algo de beber, tanto caliente como frío.

Volvemos a subir al barco y someternos a la disciplina de Chema. Volvemos a fondear. Volvemos a descender. Buscamos las anémonas en la arena, los peces sapo, los grandes dardanus, los nudibranquios, los serranos, los cardúmenes de salpas, mújoles y castañuelas que se mueven de un lado para otro. Disfrutamos con los largos sedales y con pequeños fragmentos de redes, obsequio de los eco-pescadores de caña, que también contribuyen a mantener limpio el medio marino llenando el fondo con latas y botellas. Completamos la buena acción del día liberando un cangrejo de su prisión de nylon antes de regresar al barco, hacer la parada de seguridad y volver al embarcadero.

Ya está todo casi terminado. Vuelta al centro, organizar los equipos, cubicar la Scubamovil, ducharnos con agua templada y terminar la ducha con agua fría para evitar las consecuencias de imaginarnos las contorsiones de Silvia bajo el agua sin mojar su tobillera. Nos despedimos de Julia, de Chema y de Salva, el protector de los peces piedra de metabolismo lento endémicos de Calahonda. Paramos a tomar unos bocadillos probando un innovador lugar que no marcaremos como favorito ya que está regido por un camarero más torpe que Sergio Ramos con una copa en la mano.

Últimas compras impulsivas de frutos de la huerta y regreso a Madrid, con Murillo como copiloto oficial, entre largas siestas, rugidos, más risas y debates sobre la importancia del lateral zurdo en el sistema 4-1-3-1-1. Atrás quedan Despeñaperros, el punto más infame de la historia Scubagueto, los eternos 14º de Calahonda y las teterías. En el horizonte, Columbretes y la tiritona 2014...pero eso, sí que será otra historia.

Zona de inMersión
Mar, olor a sal del aire espeso del mar,
piedras redondas desgastadas por mareas…
las buenas inmersiones están cerca.

Otra Scubacrónica de Jose Luis González...

Un saludo.
Raúl :D

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