CALAHONDA: Expedición "Circustancia".

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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Zona de inMersión
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CALAHONDA: Expedición "Circustancia".

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CALAHONDA: EXPEDICIÓN CIRCUNSTANCIA. Del 6 al 8 de Junio de 2014

Que seas tonto cuando quieras a causa de las circunstancias profundas, es ser de listos. Bueno, más o menos.
08/06/2014

Tenemos a Miguel Ángel en Calahonda. Sus noticias son tranquilizadoras en cuanto a la visibilidad, el viento y la temperatura. Ha sido una semana dura que termina con un donante compatible para la Scubamovil. Todas las tensiones empiezan a desaparecer cuando arranco el coche y enfilamos la calle de Eugenia de Montijo, pero, no adelantemos acontecimientos.


Hemos quedado a las 10:00 en Zona de Inmersión. Puntuales, como si de un reloj Suizo en un negocio de Alemanes se tratase, a las 10:08, empiezan a llegar los Argoscubanautas. Abrumado, animado y a la vez espoleado por tanta precisión, comienzo a meditar la mejor forma de cubicar el coche mientras bajo a tomar un cafelito con Antonio y con Javi. De nuevo, la celeridad, el rigor, la minuciosidad y la tradicional disciplina Scubagueto dan sus frutos y tras el desayuno, el cigarrito, la charla, las pruebas de última hora, los cubiqueitors todo queda listo para salir al filo de las 10:36. Bueno, no todo queda listo, hay que guardar el coche de Antonio DC, que, en un gesto que le honra, decide participar en la sagrada tradición de dejarse un pedazo de su vehículo en nuestro garaje. Su aleta trasera, tendrá a partir de ahora un lugar destacado en nuestra columna, entre los retrovisores de Mer y la parrilla delantera del Duncandú.


Ahora sí, son casi las 11:00, y nos ponemos en marcha. Patricia, que se ha destapado como Scubagueto, trata de superar el “he traído vaselina” con otra frase que tendremos que colgar en el muro de la fama cuando lo tengamos:


“deja eso, que yo me lo meto entre las piernas, no me importa”


Finalmente, encontramos un hueco para la maleta en el maletero. Ya con todo cubicado en sitios menos lujuriosos pero indudablemente más funcionales y pragmáticos para la estiba, innovamos una nueva ruta de salida de Carabanchel que, evidentemente, resulta ser un fiasco, ya que ni converge ni confluye con ningún sitio, pero..


¡coño¡ la innovación es la innovación.


Decidimos parar en carretera para repostar combustible y disfrutar de una buena comida en una gasolinera que… ¿tú también te has dado cuenta, verdad?. Como tenemos que hilar muy fino, continuaremos la narración diciendo que: Decidimos parar en carretera para repostar combustible y disfrutar de un pequeño refrigerio a base de lo que sea a la brasa regado con refrescos seleccionados de las mejores cosechas en un restaurante con alta especialización. Uno se encargaba de las bebidas, una señorita de las comidas ( sí, sí, tal y como suena), otra de los postres, otra de los cafés y luego estaba la morena, que tenía muy malos modos, como de querer darse de baja de Movistar que era la que te decía que te cobraban fuera. Mientras mis compañeros de viaje disfrutan de un poquito de nicotina, voy a por el coche y pongo el aire acondicionado, que el veranito ya se acerca y eso se va notando en los calores que acumulan las imitaciones de cuero del salpicadero y volante. Mientras, una familia que habían tenido la misma idea que nosotros, se mosquean más que el casero del fugitivo cuando Antonio DC pasea su tatuaje de Halloween junto al vehículo. El susurro de “Psssssssss, ten cuidado” entre los cuñados me recordó al pasado “Pssssssssssss, ¿dónde puedo pillar algo?” de Benidorm.


Sin más problemas llegamos a Calahonda, hacemos el chek-in de toda la vida y quedamos para dar un paseo. El paseo se espera breve, Nacho y Borja salieron a las 19:00 de Madrid y son las 19:45, tienen que estar a punto de llegar. El resto, visitamos la torre inclinada, e innovamos una charla tranquila en chiringuito playero. El grupo se va reuniendo, menos los Roig, que se llevan toda la tarde recorriendo Calahonda en toda su extensión siguiendo las indicaciones de Murillo. El otro Antonio, el que tiene el pelo como un chupachups de estropajo ya ha pedido unas tapitas de pulpo que se incrementan cuando llegan Luis y Blanca y se suman a la reunión. Lo mismo, ahora, Borja… ¡joder! Si también tenemos dos Borjas… bueno lo mismo ahora, Borja, el que se nota que es Divemaster porque mueve mucho la cabeza para decir que sí, se calla un poquito que lleva toda la tarde dándonos la barrila.


Finalmente Nacho y Borja, que es un tío audaz, elegante, con viruta… un señor de esos que tiran los huesos de aceituna en los ceniceros, se incorporan a la improvisada cabila y las conversaciones empiezan a fluir. Evidentemente, la voz cantante la lleva Murillo, que habla más que un cuentacuentos Argentino, y le ha dado por rememorar esas etapas en el fútbol femenino que sólo capta nuestra atención cuando llegan a la hora de los masajes, las duchas, o aspectos poco conocidos de la carrera continua… ahora ya sé por qué a Raúl le ha dado por el “running”.



Quizás no hubiera huevos o faltara cerveza para conseguir que esos gallumbos del orgullo vieran la luz, pero tener todos muy claro que intentarse, se intentó, que el “profun” salió del chiringuito como Massiel de la “Oktober Fest”. Como consecuencia de las circunstancias, la cena en la terraza se prolongó con los mojitos de Mariela, que ya no tiene lince, pero sigue teniendo toneladas de palomitas. Una noche agradable, en buena compañía, hablando sobre reguladores, llegando a conclusiones, profundas, como “si lo regulas bien, chupas igual y sale lo mismo”, un excelente argumento que revela claramente el alto nivel técnico que puedes alcanzar cuando llegas a ser “Deep Diver” o cuando tu titulación de OWD es dorada mientras que la del resto es azul. Nos fuimos a la cama cuando el eterno debate sobre lo sucedido en Carboneras nos obligaba a resolver si Nacho hizo un “Nacho” o las señales de Murillo no se interpretaron correctamente porque hacia los mismos gestos que el viejo de Kill-Bill cazando moscas.


La brisita que entra en la habitación cuando abro la puerta de la balconada me produce un escalofrío en la espalda. No era lo previsto. Desayunamos cosas que podríamos vomitar más tarde, pero que están muy ricas, pese a su aspecto. La capa de aceite que cubre las porras las confiere un porte tradicional que invita a su consumo desmedido. Llegamos al centro, puntuales, como siempre, y con la misma eficacia que tienen las abuelas programando deuvedés vamos cargando equipos en la furgoneta y desplazándonos al embarcadero.


Poniente. El puñetero poniente que en sólo catorce horas nos ha bajado la temperatura un par de grados y nos ha dejado la misma visibilidad que en una ciénaga. El mismo puñetero poniente que nos obliga a refugiarnos en el Zacatín, que, pese a todo, es un lugar cojonudo para las primeras inmersiones de los OWD. Murillo, especialista en profundidades abisales, un hombre que es listo porque es tonto cuando quiere, liderará el grupo de élite, mientras que Miguel Ángel continuará su formación como Dive Master Cheff en el otro barco.


El Zacatín siempre sorprende. De momento es una inmersión sencilla, con un fondeo en siete metros al resguardo del poniente, muy cerca de la costa, y con un recorrido que, pecando de corto, ofrece muchas alternativas. Empiezas buceando sobre un fondo de “cascajo” que a veces refugia peces sapo y tembladeras. Una vez llegas a las piedras, te encuentras ante un laberinto de piedras que forman muchas oquedades, refugio de serranos, salmonetes reales y tordos. La vegetación que cubre las rocas concentra decenas de ejemplares de julia que rivalizan en belleza mostrando su coloreada librea arco iris. Sin embargo, el tesoro de esta inmersión tan castigada por la pesca excesiva e irresponsable son los nudibránquios. En los más de cincuenta minutos de inmersión, pudimos identificar hasta nueve especies distintas, incluyendo las vaquitas suizas, las flavelinas y los enormes hipselodorys, en sus dos “versiones” elegans y picta.

También es una zona donde no es raro encontrar caballitos de mar y si te separas un poco de la piedra, entre el arenal, hay anémonas y buenos ejemplares de pez piedra (Stonefish tardus metabolism), una especie endémica de Calahonda y que es lo que da mucha seriedad y sentido a esta escapada. Entre simulacro y simulacro evolucionamos descubriendo los pequeños tesoros que esconde esta inmersión hasta que nos vemos obligados a salir. Es hora de subir a bordo, por la escalera o por la borda, paso a paso o del tirón. Regresamos a la playa y comprobamos como las porras han hecho su trabajo y ante la ausencia de biodramina las indisposiciones repentinas y alguna que otra aprensión hipersensible se suceden, de manera que, la gran mayoría preferirán el puré de patatas en que se ha convertido el Puntal Blanco antes que probar suerte en el barco.


La suerte favorece a los audaces, de modo que, a resguardo del cambiante viento, fondeamos frente a la cueva del Melonar, llamada así por su proximidad con una cercana huerta de tomates y que evitamos a la primera. Lo más destacable de esta inmersión, aparte de una cueva con un fondo de sedimento que se levanta con mirarlo, son los grandes espirógrafos y ceriantos tirados a “puñaos” que destacan sobre las piedras. Por otro lado, sin visibilidad, esta inmersión es más sosa que una croqueta de tofu. Volvemos a recrearnos con los nudibránquios que abarrotan cada piedra por la que pasamos. Cuando todo parecía estar acabado, entre dos grande bloques de piedra, aparece una familia muy numerosa de anthias, que nos permiten acercarnos, eso sí, con mucha cautela y recrearnos en los detales de sus aletas dorsales (la tercera espina sobresale del resto) y de los lóbulos de sus aletas, uno de ellos sobredimensionado. Pese a confundirse con el gris predomínate de hoy, una vez son iluminados por los focos, descubren su color rosado. Parece que la cosa se arregla. Lo último que hacemos es entrar a la cueva, sorprendiendo a los salmonetes reales que viven en el interior y a un enorme ejemplar de caracol melocotón (Berthellina edwardsi) que se pasea por la arena buscando el refugio de la pared. Ya sólo nos queda un ascenso entre miles de bogas y castañuelas y un agitado viaje hasta el embarcadero. Las inmersiones han terminado por hoy, ya que, el color turquesa de las aguas nos sugiere que será mejor aplazar la nocturna. Lo más destacable de la mañana, y es algo que dará sentido a esta escapada, será la prueba de natación de Miguel Ángel, acompañado por Antonio Dc (seguido muy de cerca por su traje seco), uno a serrucho y el otro boca arriba como un Nenuco, montando ambos el cisco.


La ausencia de nocturna se puede traducir por un poco más de siesta. Tras el descanso, una duchita relajante y a dar un paseo hasta el chiringuito más cercano, a dar buena cuenta de unas cuantas “Alhambra” y las tapas de rigor. Una charla amenizada por las aplicaciones de móvil que indican la dirección exacta de Cuenca y la sorprendente declaración de nuestro Master Croqueto Cheff que se lo tragaba todo en el gimnasio. El día termina con una parrillada y… a la cama.


Sin nocturna, sin siesta y sin demasiado trasnoche parriba y pabajo, el desayuno se hace puntual. Hacemos el check out y paseamos hasta el centro de buceo. Por primera vez en la historia Scubagueto llegamos ANTES de la apertura del centro. Esta vez, Norberto no se pone el traje del revés (con la cremallera por el pecho), de manera que no tiene que repetir en bochornoso espectáculo de quitárselo para colocárselo correctamente alegando desconocer si se había quitado los calcetines.


Mientras me pongo el traje seco, me doy cuenta del grupo tan heterogéneo que estamos formando, aglutinando en perfecta armonía gente de diferentes edades. El sabio de Las navas me comentó en una ocasión que una persona deja de ser joven cuando no le queda nada por aprender. Teniendo en cuenta que uno que yo me sé aún tienen que aprender a bucear (de momento, sacándose el openguater) tenemos Scubagueto para rato.


La primera inmersión la haremos desde playa, donde, la cosa ha cambiado mucho. El puntal Blanco es una delicia de infantería, una vez has superado la playa que convierte los reguladores en sonajeros. La abundancia de ceriantos, anémonas y crustáceos convierten este tranquilo paseo en una experiencia fascinante. Además, llegando a la esquina, donde vuelven a acumularse centenares de anthias, hay muchas probabilidades de encontrarse con alguno de los peces luna que, de momento, solo hemos podido ver en superficie. Hoy hemos llegado hasta las antenas, y de regreso, hemos alucinado con las cada vez más abundantes gorgonias. El final de la inmersión, con el sol y el agua cada vez más limpia, será amenizado por un medregal que tenía las bogas gruesitas de los nervios. Al salir del agua, me presentan la candidatura oficial (ya tenemos tres) de Blanca al sorbete de oro 2014. Unos refrescos más tarde, perpetramos una segunda inmersión a la Caribeña.

Chema, tras esquivar milagrosamente la piedra de la Rijana, nos tira en “los Tajos”, punto de partida de una caribeña, en el sentido –al loro, Julia- caribeño de la palabra, es decir, llevados por la corriente. Mi pareja será Blanca, que tras una demostración de cómo se puede perder una aleta sin perder la compostura comienza su andadura subacuática (nunca mejor dicho) con una exhibición de break dance. Tras los primeros acordes y con las atenciones de nuestro master Chef, que anduvo muy listo, comenzó a flotar y a disfrutar, lo que repercutió en su consumo, que se normalizó muchísimo, alargando hasta los cuarenta minutos una inmersión entre enormes bloques de piedra que forman pasillos que refugian corvinas, tordos, serranos, congrios y los omnipresentes nudibránquios y espirógrafos. No puedo dejar pasar el hecho de hacer un ascenso con boya deco sin que ninguno hiciera un Murillo, es decir sin ahorcarse con el hilo. Volvemos a manipular a Chema a la vuelta, procurando no dar muchos botes para no presionar en exceso la vejiga de Javi.


Lo que queda es lo de siempre, recoger equipos, cubicar los coches, cantar tres verdades universales del buceo, felicitar a los nuevos buceadores avanzados, a los nuevos buceadores de rescate y parar en Granada para tomar algo. RequetePatri, una Gallega típica, de esas que cuando te dan una hostia no te quedan posibilidades de reanimación se niega a combinar su camiseta de Reina con las calzas del orgullo de Murillo, lo que evita una espinosa visita a la Casa Pepe, en Despeñaperros.



Una última parada técnica nos queda para repostar, hubiéramos parado mucho antes, pero Antonio siempre nos decía, “un poco más, a ver si Javi se queda tirado”. Llegamos a Madrid, a casa, con tiempo para dejar los equipos y tomar algo con Vanesa y con Sonia, supervivientes de un aquelarre de la sección “Red Sea Croquetarium”. Atrás ha quedado el pez piedra, los nudibránquios, Julia, Salva, Chema, las luces, las sombras y una escapada ideal para aquellos a los que les gustan las hostias que dan las Gallegas o hacer gestos bajo el agua como si estuvieras cazando moscas. Por delante, una semana de piscina radical antes de volver a ver la negra silueta de la Isla Grosa, pero eso, será otra historia.




Zona de inMersión
nuestras buenas ideas provienen de la experiencia, nuestra experiencia proviene de las malas ideas.

Otra Scubacrónica de José Luís González...

Un saludo
Raúl :D

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