COLUMBRETES: Expedición "Pastel de tofu".

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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Zona de inMersión
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COLUMBRETES: Expedición "Pastel de tofu".

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COLUMBRETES: EXPEDICIÓN PASTEL DE TOFU

Una escapada imprescindible si te gusta la ropa de Nike o quieres descubrir Las Cañadas
25/06/2014

Es una sensación rara. Llevo el coche cargado con los equipos de buceo de seis personas, pero voy solo. Hace unos minutos que dejé a Sonia en la puerta de Zona de Inmersión, pero no he recorrido las calles del Carabanchel histórico. El GPS dice que me faltan unos minutos para llegar a mi destino, y eso que veo por el retrovisor es el puente de Toledo, pero, no adelantemos acontecimientos.


La Scubamovil sigue en quirófano. Sabíamos que era muy complicado contar con ella para esta escapada, pero teníamos muchas ganas de ver a nuestro misil plateado devorar la carretera languideciendo hacía el horizonte, convergiendo o confluyendo por esas rutas que nos llevan allí donde podamos saciar nuestro ansiamasá. Eso quiere decir que volveremos a cubicar el coche de Raúl,. Le cargamos de bolsas flexibles (nada de baúles o maletas rígidas) hasta la luz del techo y nos ponemos en marcha. En menos de diez minutos llego a la plaza del Conde de Casal donde ya me esperan Gabriela, Carlos y Enrique que con la camiseta a pecho turco, las bermudas y el sombrero de gramíneas parece que llega del Pachá Ibiza. Rellenamos los huecos que quedan en el maletero con las bolsas flexibles (nada de baúles o maletas rígidas) y nos ponemos en marcha. La A3 está justo delante y no tardamos mucho en empezar a contar las scubanécdotas mitológicas del gueto para acortar la distancia que nos separa del Marino, nuestra primera parada.


No sé si era la hora tonta o la hora bruja, pero encontramos el salón vacío y un menú muy asequible, de manera que, en lugar de comer como mochileros o poligoneros, nos sentaremos a una mesa con platos, cubiertos, servilletas y vasos, como las de mamá. La comodidad penaliza en tiempo, ya que, cumpliendo la primera ley de la física universal, han puesto en la caja rápida a la cajera lenta. Un par de amagos de “simpa” son necesarios para poder salir del local con dignidad, sin nadie persiguiéndote y sin tener que esperar a la gente con el coche en marcha. Tras repostar, volvemos a la obra eterna que es la carretera de Valencia.

Como innovación semanal, paramos en el mismo sitio de siempre para tomar café, eludiendo convergencias o confluencias con locales de carteles brillantes en los que nunca hemos estado, esbozando la misma sonrisa de siempre cuando pasamos junto al “Rte. tona”. Nos queda muy poco para llegar. Si tardamos un poco más fue porque paramos en el Mercadona para comprar accesorios para el hielo...



y, no diciendo más ná, lo digo tó.


Estibamos equipajes y equipos en el Devismar y esperamos que vayan llegando los demás compañeros. Las primeras, Isabel y Rosa, que, dando un ejemplo de previsión y preparación, aparecieron con los equipos de buceo ya mojados de serie. No tardaron mucho en llegar Peli con su camiseta de Nike, Fernando y Daniel, un tipo del gremio de los de las batas blancas que no tardaría mucho en enriquecer el anecdotario profesional, colaborando en hacer mucho más amena la maniobra de abandonar el puerto. Así, todos agarrados a los cromados del barco, comenzamos a sentir los primeros cabeceos, y vamos tomando posiciones. Unos en los asientos de la bañera de popa, otros en los camarotes, otros cerca del baño, el patrón en el salón y yo, haciendo la primera guardia en la red.


Los que vengáis este año a Columbretes, encontraréis un Devismar con sorpresas. Hay motores nuevos, edredones nuevos, toldilla nueva y carteles de nevera en la nevera y congelador en el congelador, es decir, destacando los puntos claves del barco...



Cuando despierto de mi guardia, la silueta de la Isla Grosa se perfila en una noche estrellada quebrada solamente por los haces de la luz del faro y por el sonido de las pardelas. Me dirijo a popa. Allí, junto al timón, me encuentro con el alma de estos cruceros, alguien fundamental en todos los viajes, que transmite serenidad, confianza, imprime carácter a la singladura y pone la nota de color y de calor en esos momentos en los que sólo alguien así puede ser capaz de reunirnos a todos. A su lado, el tipo ese de la camisa a rayas de la foto y que se apunta a todos los cruceros.



A lo que vamos, el tal Jorge, está obsesionado por dos cosas, la primera es el reciclaje. Ha instalado una verdadera central clasificadora de residuos a bordo, de manera que todos los deshechos tienen un lugar definido, los plásticos en su bolsa, los orgánicos en su bolsa, los metales en su bolsa, Peli en su camarote, los vidrios en su bolsa y así sucesivamente hasta que se llega al puerto. Su otra obsesión es la fruta, a bordo, sólo hay fruta para el postre, fruta para el desayuno, fruta para después de bucear, fruta para antes de bucear… Se consume tanta fruta en estas singladuras que a veces, no queda más remedio que recurrir a la Nutela en todos sus usos, los helados y los yogures.


Se nota que Jorge es el que manda a bordo porque lleva gorra y te da órdenes importantes como “calza la cangreja”, “aborrega el cabo” o “atusa el obenque”. Cuando empieza con la jerga, es que hemos llegado a nuestro destino y hay que atar la cuerda al hierraco de palante para que podamos irnos a dormir a gusto. Es la hora. Abro el tambucho de mi cubículo y me congratula el comprobar que me deslizo sin necesidad de lubricar o aguantar la respiración. Coloco las mantas, me tumbo, apago la luz y disfruto de mi trocito de cielo de Columbretes, de las nanas de las pardelas y cuento con Neptuno, que nos mece con mucha suavidad.


He dormido como un lirón marino. El sol me dice que ya es de día y salgo a preparar el desayuno y a grabar esos amaneceres irrepetibles. Poco a poco, con cara de sueño, van apareciendo todos. Tras el desayuno con frutas y el reciclaje posterior, mientras vamos ganando temperatura, abandonamos la protección del cráter y buscamos el amarre de la Foradada. Tras la charla técnica, empezamos a montar equipos y, para mi sorpresa (como se nota que son primerizos), en menos de lo que Murillo te explica lo del lateral ofensivo, ya estamos en el agua.



Los 23º de temperatura son ideales para lucir traje húmedo. Aunque se echa de menos la sensación de no-agua en el cuerpo, el bajar sólo con dos bolsitas de un kilo en el cinturón se agradece. Cuando todos estamos listos, descendemos. Atravesamos hasta llegar a la pared de la isla y allí, a unos seis metros de profundidad, continuamos “right shoulder” hasta la esquina, apoyándonos en la piedra cuadrada para contemplar el arco en todo su esplendor. Sin las langostas y sin el bogavante, todo el protagonismo recae en los meros, que salen de la profundidad de sus cuevas, quizás, picados por la curiosidad. En el camino de ida, la exhibición de colorido y la disciplina de grupo de las corvinas no evitaron que viéramos una pequeña pastinaca cruzar a toda velocidad con dirección a la barra del Peña.


Ahora, en el camino de vuelta, ceriantos, espirógrafos, tordos, julias, dentones, nos invitan a quedarnos en la roca. Otra pequeña raya nos tienta a recorrer la pradera de algas, pero algunos van justitos de aire. Dejamos, por lo tanto, al nuevo aspirante oficial al sorbete de oro 2014, ascendiendo por el cabo y, pese a la corriente que parece crecer en intensidad, buscamos de nuevo las sorpresas que se esconden entre la arena volcánica y las algas. Nos da tiempo a ver un gran pulpo y explorar las grandes nacras antes de encontrar el cabo de fondeo y hacer una parada de seguridad. Gabriela, nos empieza a mirar como un chino cuando buscas algo en su tienda, sólo porque nos reímos un poco del frío que empezaba a sentir. Y, que conste que no me extraña, ya que, la primera inmersión del fin de semana superó con creces los sesenta minutos.


La corriente y el oleaje de la Foradada nos invita a plantearnos volver al cráter dando un pequeño paseo por el archipiélago, pasando junto a la Ferrera y entrando de nuevo en la Isla Grosa bajo la punta bonita. Esta vez, amarraremos junto al Mascarat. Cuando el rítmico susurro del compresor cesa, vuelven a escucharse los acompasados coros de los patos de mar que han elegido Columbretes para anidar. Es tiempo para una nueva charla y para volver a la liturgia de equiparse en la cubierta. Siempre recuerdo que, los chalecos, se tiren al agua hinchados y con la grifería abierta. El pequeño descenso que hace Daniel me induce a pensar que Rosa (de las dos hermanas, la que nos prometió mandarnos un lote de embutidos Extremeños) no asumió algún concepto. Por si fuera poco, Gabriela, se muestra incapaz de respirar toda el agua que entra en su regulador. Esto pasa porque, a veces, las membranas de exhaustación se quedan dobladas, dejando entrar agua en la segunda etapa. Solucionado el asunto gracias a un palillo, buscamos en canal de salida, entre meros y los “casi meros” de Enrique y llegamos a ese lugar de agrupamiento que comparten corvinas, bogas, chopas, castañuelas y dentones. Bajar aquí, cuesta un poquito, en especial por la persistente termoclina que hoy se ha fijado en los 22 metros de profundidad. Llegados a los 100 bares, regresamos al barco, buscando las grandes cigarras de mar que han elegido una de las crestas de piedra como su casa. Como siempre, buscaremos los caballitos de mar en su pradera, teniéndonos que conformar con un enorme ejemplar de periclítoris periclímenes atusándole la pelambrera a una anémona (aiptasia mutabilis) asomada a un bello balcón. Sorprendente son los agujeros “negros” que encontramos en la piedra donde el agua parece cambiar de color, tendremos que preguntar a los biólogos al respecto cuando hagamos la visita. De momento, las inmersiones del sábado han finalizado.


Tras un descanso comprobando la resistencia de la red, probamos la eficacia de la barbacoa y nos preparamos para la visita de la isla. Un agradable paseo que nos permite conocer un poco más sobre las intimidades de esta reserva. Y ya que hablamos de reserva, tras la cena, en el habitual brindis, Jorge, que tiene un 30% de probabilidades de celebración y un 70% de preocupación, nos ofrece un JB gran reserva que compró a una tal Asunción, ya que no tenía color, ni sabor, ni aromas, ni matices ni nada de nada. Eso sí, uno de los gusanos que subieron al barco se conservó de maravilla sumergido en un chupito de aquel licor. Sobre los gusanos, diremos que, por la noche, millones de gusanos como el de la foto, nadaban a gran velocidad pegados a los cascos del barco, otro espectáculo regalado por Neptuno, supongo. Sobre la cena, como siempre muy agradable, aunque, como efecto secundario, diré que me quedaron muchas ganas de visitar las Cañadas y de comprarme algo de Nike.


Las luces del barco finalmente se apagan volviendo a dar protagonismo a las luces de los faros, a las pardelas y al rumor de las olas rompiendo suavemente contra el Devismar. El mar continua totalmente en calma en el interior del cráter, por lo que, dormiremos como marmotas marinas.


El domingo amanece con antelación, impidiendo a Rosa obtener bonitas fotos. La campana ha sonado a las 7:00, y todos van apareciendo, disfrutando de un desayuno a base de fruta. La primera inmersión nos llevará la “grieta del Cremaet”, una inmersión nueva, bastante entretenida.



Mientras saltamos al agua, recuerdo las anécdotas de Daniel sobre ancianos que se acuestan y que se levantan. Si las unimos a las de Zoraida, Gloria, Bea y Silvia… tenemos para muchos viajes en Scubamovil.
En fin, que, buscamos de nuevo el canal y nos pegamos a la pared hasta llegar a la entrada de la enorme grieta. Sus paredes, cortadas a pico, paralelas, y con el fondo lleno de piedras blancas, de entrada, parecen más sosas que una croqueta de tofu, pero de salida te regalan un contraluz único, más propio de aguas ibicencas, que mejora cuando un cardumen de dentones se pone a serrucho con las castañuelas, llenado el azul del mar con reflejos plateados. De regreso al canal, nuestro pez favorito, viene a despedirnos, uno por uno, excepto a Peli, que como tiene la misma cara que un gremlim vizco, consiguió que un mero hiciese la cobra.


De nuevo en el barco, nos trasladamos al fondeo que nos permite recorrer la pared del faro en toda su extensión. En el tiempo de recarga de botellas, vemos aparecer helicópteros y patrulleras de la guardia civil. Curiosamente, es el preciso instante en el que Enrique, nos ofrece un suculento bocado de un pastel más denso que el plasma de quarks, que él decía que hizo a base de polvo de proteína...


Última charla, último salto, última inmersión.


Descendemos sobre la cresta que da inició al “marrón de Jorge” pero optamos por seguir un rumbo Noreste hasta encontrar el fondeo donde baila la Goleta. Pasamos bajo su casco y continuamos saliendo por la Punta Bonita, buscando las langostas, aunque eso suponga flirtear con las aguas más frías de puerto Tofiño. Meros y corvinas se mecen en un azul cada vez más oscuro y menos cálido. Regresamos pegaditos al laberinto que forman las rocas desprendidas cerca de la cueva del tabaco hasta que la regla de los tercios nos invita a terminar la cuarta inmersión. De nuevo, más de una hora de buceo en un paraje excepcional. De nuevo, Columbretes “lo peta”.



Lo que nos queda es de sobra conocido: Recoger equipos, esperar a la paella y dormir de manera preventiva en un mar calmado y un cielo nuboso que nos protege del sol. Por fin llegamos a Benicarló, recogemos equipos y equipaje, cubicamos y tras un cafelito, regresamos a Madrid.


Atrás queda la camarera que no sabía distinguir entre coca cola normal, light o zero, el pastel denso, el mero que hizo la cobra, las tostadas de Nutela, la visita del patrón al barco de chicas, el desnudo integral octogenario y los gargantazos de gintonic. Por delante, los bocadillos de panceta a la brasa con queso manchego de la mancha, el atasco de vuelta y Carboneras… o Columbretes.




Zona de inmersión
Si no tienes valor para perder de vista la orilla, nunca llegarás a las mejores inmersiones.

Otra Scubacrónica de José Luís González...

Un saludo
Raúl :D

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alapues
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Re: COLUMBRETES: Expedición "Pastel de tofu".

#2 Mensaje por alapues »

Muy buena crónica! :plas: :plas: :plas: :plas: Solo echo de menos alguna fotillo! :wink:

:chin: :chin: :chin: :chin: :chin: :chin:
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