COLUMBRETES: Expedición "Pavo".

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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Zona de inMersión
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COLUMBRETES: Expedición "Pavo".

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COLUMBRETES EXPEDICIÓN “Pavo”

Tuvimos la fortuna de elegir una forma de bucear que nos encanta y el coraje para ponerla en práctica
13/08/2014

Y tres…

Estamos a punto de comenzar la tercera expedición consecutiva. Cuando regresemos el domingo a Benicarló terminaremos con nueve días seguidos de buceo y aventura que de momento, están saliendo bastante bien, pero... Lo primero es lo primero, es decir, despedir a los de la "Mare Nostrum dos" y recibir a los de la expedición “Pavo” que parece que se han puesto de acuerdo y llegan casi coordinados. Entre los que llegan a última hora se ha sumado Sonia, la que nos mina la moral a Villa, Jorge y a mí. La cosa empieza bien, porque en lugar de un cariñoso abrazo de reencuentro o un vamos mi vida que tenemos pendiente muchas carreras de chanclas, su efusivo saludo es algo así como que calor hace aquí, o este viento de donde sale. Me mina la moral. Para colmo, me ha pedido que en esta la crónica de SU viaje, no abuse de parangones porque según ella, hago más comparaciones que el del anuncio de Colón.


Mientras tomamos algo fresquito, hago una rápida radiografía de lo que han sido las expediciones anteriores, centrándonos evidentemente, en las pérdidas y humedades de la Mare Nostrum o en la francesa de origen Brasileiro con acento Gallego de la Sandino. En esta oportunidad contaremos con la presencia de buceadores como Miguel Ángel (nuestro Master Croqueto), Juan (ese que hace puenting con hilo de coser), Isabel (más ilusionada que Mcguiver de invitado en el bricomania), Requetepatri (la gallega que si te mete una hostia no te quedan posibilidades de rehabilitación) y Sonia (que ya tiene esa cara de estar dándole el sol en los ojos todo el rato). De apoyo logístico vienen las dos sobrinas de Paloma (la que hace de mascarón de proa en plan trascendental, como una película de cine independiente), una es Claudia (que ya no se pisa el baby porque nos conoce del Balneario) y la otra Silvia (una chica con unos ojos preciosos, como de foto de cartera). Con toda esta caterva Scubagueto tendremos que lidiar Jorge y yo.

Pues bien, hechas las presentaciones y estibados los equipos, tras una cena ligera a base de kebás enrollados y patatas de freidora nos embarcamos y repartimos camarotes. Apenas ha caído la noche cuando salimos por la bocana del puerto y nos encontramos con un oleaje que antes, al llegar, no estaba. El barco cabecea y el viaje se espera más lento que la repetición de una carrera de caracoles. Lo extraño, es que el barco, cuando Jorge fija el rumbo en el piloto automático comienza a dar unos bandazos de escándalo, se mueve más que Massiel saliendo de una cata de vinos. La cara de sorpresa de nuestro capitán es todo un poema. Ya me veo toda la puta noche enganchado al timón y sin poder quitar el ojo de encima de la brújula. Afortunadamente encontramos la solución con rapidez, al parecer, Juan había dejado su regulador encima de la litera y el imán de sujetar el octopus interfería con la brújula del piloto automático que pasaba por allí. Una vez bajamos el regulador al suelo, el barco retomó su rumbo directo hacía la luz, ya visible, del faro de Columbretes.


Pero hasta llegar allí tendrían que pasar unas horas algo moviditas en las que Isabel, se aferró a la papelera como Casullas lo hizo años antes a la taza del Wc, de manera que los papelillos de los cruasanes con chocolate del Hacendado me los tuve que guardar en el bolsillo. Una mala noche que más o menos se tranquilizó al llegar a la protección del cráter de la Isla Grossa. Cuando salgo a cazar la cosa que flota, lo que veo es más chocante que ver a la hormiga atómica en una manifestación de Greenpeace. Atrás, Juan e Isabel envueltos en mantas. En la red, alguien sin identificar y en un lateral, creo que paloma. Más que un barco de buceadores, parece un barco de oKupas.

Sonia, primera en despertarse prepara café y al olor se van acercando uno a uno, arrastrando los pies, como los zombis de un capítulo de The walking dead. Los golpes en los cantos de las estanterías y los restos de paquetes de strugeron y biodramina me hacen pensar que la principal exportación del Devismar es el dolor. Sea como fuere, fuese, o furiese, estamos en la cosa que flota tres y vamos a tratar de encontrar el "cañón del cremaet" en nuestra primer inmersión.


Preparamos equipos, menos Paloma y yo que ya los tenemos domados de antes y saltamos al agua. Vamos a poca profundidad, superando crestas hasta llegar al canal. La corriente es fuerte y dado el cansancio acumulado durante la noche, Paloma, Sonia, Isabel y Requetepatri se quedan en el interior del cráter mientras Miguel Ángel, Juan y yo nos encorajinamos y llegamos hasta el cañón del que ya hemos hablado mucho. No hay novedades significativas en cuanto a la vida que se acumula en esta inmersión, quizás los rascacios o algún túnido fugaz recortándose en el azul. Regresamos al barco donde comprobamos que Sonia ha hecho un “Raúl” y llegan al barco por superficie.

Optamos por hacer las inmersiones seguidas ya que la visita a la isla está prevista para las 18:00. Por hacer algo nuevo y dada la ausencia de la goleta, vamos a intentar hacernos la uno, la de la punta bonita. Descendemos por el cabo que termina allá por los veinte metros y exploramos la base de la primera cresta. Una vez hemos visto los dos enormes meros que paran por aquí, salimos en busca de las águilas de mar. Aquí, el grupo se rompe, por un lado la sección femenina que pasa muy mucho de bajar a la termoclina y se va a quedar en las crestas, al parecer, viendo cienes y cienes de nudibránquios y meros. Los machotes y Juan (el único que puede fumar en la casa de Mercedes Milá) continuamos explorando las afueras del cráter, llegando hasta la acumulación de corvinas y meros, sorprendiendo a una gran morena y viendo un pulpo cerrarse la cueva con dos piedras de las gordas. De vuelta, soñamos con ver los espet…inos, pero, este año aún no se han dejado ver. Terminamos la inmersión jugueteando con las coloridas julias en una inmersión que superó los sesenta y seis minutos.

Ahora toca visitar la isla y subir a puerto Tofiño con estilo, y no como en la Mare Nostrun, cuando Nieves casi mueve la isla tratando de no caerse al agua mientras que Javier (un gentelmán) se excedía alterando el resultado de una apuesta. Nos acompañan un grupo de jóvenes de esos que hablaban como los libros de texto y que pasaron tan desapercibidos para Isabel que sólo tuvo conciencia de su naturaleza volviendo a Benicarló.


Tras retomar la sana tradición de volver a barco a nado tras la visita, (esta vez en lugar de Vanesa me acompañó Miguel Ángel), damos rienda suelta a la Ruperta y hacemos una sobremesa centrada, no en el Rojo, sino en el 2ª campeonato Scubagueto de waterpolo en piscina, una disciplina deportiva dónde no de gana, se sobrevive o donde hay que ir pensando que no es un partido, sino una guerra. Y esto, que sirva de aviso a futuros navegantes, que yo voy en el equipo de Juan (que una vez se tragó un cubo de Rubik y lo cagó resuelto). El sábado, llegó a su fin viendo el resplandor del faro de Ibiza, otra que, ahora que recuerdo bien, encajamos a la rubia y compañía en la Mare Nostrum.


El domingo, mientras se amansa el oleaje por fuera, nos desplazamos a la ocho, porque queremos hacer la pared del tabaco. Mientras Claudia y Silvia se envician con el snorkel, los buceadores vamos buscando los tesoros que se esconden en las anémonas, las salpas, algún nudi sobre esas algas que parecen nubes, las corvinas y los grandes meros de Columbretes. Decidimos subir a los sesenta y tres minutos, haciendo la parada de seguridad sobre una piedra que esconde una gran morena.


Ahora, con las aguas calmadas, nos desplazamos a la cercana isla de la Foradada para hacer el arco. La verdad es que ahora que Raúl ya no hace Raúles, ha perdido un poco de su gracia, lo mismo a partir de ahora hay que enfocar esta inmersión a las barras… no sé, ya veremos. El caso es que tras equiparnos, descendemos con más o menos gracia y navegamos paralelos a la costa hasta llegar al enorme arco de piedra y explorar sus grietas y oquedades. La vuelta, la emplearemos en encontrar los proyectiles, testigos del pasado bélico de la isla ya totalmente integrados en el medio y camuflados por las algas. Precisamente, el que mejor se ve, no fuimos capaces de encontrarlo y eso que la inmersión nos llevó a los ochenta y ocho minutos.

Ya sólo nos queda recoger, como siempre, la paella sin “socarrat”… ¿sabéis que el socarrat también es una placa de barro cocido o baldosín grueso esmaltado en blanco y decorado generalmente en tonos rojizos o amarronados y negruzcos destinado a colocarse entre vigas, en techos y aleros de edificios? Da que pensar, ¿no?

Llegamos a puerto, recogemos cosas y ponemos a la Scubamovil en marcha. Atrás han quedado la Sandino, la Mare Nostrum dos y la del pavo. Muchas millas de aventura, navegación, buceo y compañerismo que esperamos poder repetir el año que viene. En el horizonte agosto, con Calahonda, dos Columbretes y el Rojo 2014, pero eso, será otra historia...

Otra Scubacrónica de José Luís González...

Un saludo
Raúl :D

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