MAR ROJO 2014: Así fue,así lo contamos. Segunda parte

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
Responder
Mensaje
Autor
Avatar de Usuario
Zona de inMersión
Advanced Weber Diver
Advanced Weber Diver
Mensajes: 308
Registrado: 23/Sep/2008, 11:20
Ubicación: Madrid
Contactar:

MAR ROJO 2014: Así fue,así lo contamos. Segunda parte

#1 Mensaje por Zona de inMersión »

MAR ROJO 2014. ASÍ FUE, ASÍ LO CONTAMOS. Segunda parte

Crónica de la segunda parte de la expedición MAR ROJO 2014. Concretamente el crucero de buceo que hicimos y que recomendamos que no te pierdas... el año que viene.
24/08/2014

EGIPTO, HURGHADA.
Del 23 al 31 de Agosto de 2014


Al principio, no había nada, pero nada de nada, o sea, nada, cero patatero, na-da. Eso era triste y lamentable, una total soledad, como cuando te sorprendes contándole tus movidas al gato. Pero, de repente, así, sin avisar ni nada, se produjo el big gangnam style, es decir, un pedazo explosión semejante a lo que pasa si mezclas coca-cola con mentos. En unos minutos, de repente, donde no había nada, surgen estrellas y planetas a cascoporro.

A un puñado de estrellas les dio por ponerse a girar alrededor de otra más grande, y se pusieron el nombre de “vía láctea”. Que sí, que es una horterada, que pudieron ponerse un nombre mucho más fardón, como el de los equipos de la NBA, pero bueno, imagino que, como eso de la creación del universo era muy nuevo, ni había experiencia suficiente, ni gente para hacer un concurso mundial de denominación de galaxias recién creadas. El caso, es que una de esas masas incandescentes, se fue enfriando, hasta que la parte de fuera se quedó dura como el turrón de Alicante. A partir de aquí, lo que pasa es que la masa incandescente que hay dentro trata de salir como trata de salir la nutella cuando estrujas el croasant, haciendo la corteza más densa. El paso siguiente es expulsar O2 y N2 que generarían vapor de agua que al condensarse empezarían a formar los mares. Bueno, exactamente, el mar, porque, el primer diseño de este planeta, era como muy básico: un trozasco de isla muy tocha rodeada de mar por todos los lados.


Ahora, empezamos con otras historias, por ejemplo, esa dice que la isla tocha empieza a flotar sobre la masa incandescente al igual que flotan los picatostes en el puré de lentejas. Pasado un poco de tiempo, encontramos, ya no una isla grande, sino muchas pequeñitas que llamaríamos “continentes”, y que luego se convertirán en carrefurs. Pues bien, como el continente africano y el continente asiático no se llevaban bien, empezaron a separarse, pero muy despacito, dejando que entrara agua a puñados. Esa grieta estrecha y profunda, llena de agua calentita que pronto se llenó de bichejos de colorines se llamaría mar rojo, curioso nombre, para describir el muro azul brillante que puedo ver tras las cortinas de la ventana de mi camarote.


Hace tan sólo una horas que nos trasladamos al aeropuerto a recoger a todos los Scubaguetos que se embarcarán en esta nueva aventura en el Mar Rojo. Tras una recepción típica de equipo de champions, subimos en los dos autobuses dispuestos por la organización y nos dirigimos al puerto deportivo. Allí, nos despedimos de Raúl que hará el crucero en el Excellent y nos embarcamos en nuestro Al Farouk. La crónica de lo ocurrido en el barco de la Sea Serpent Fleet, llegará, posiblemente a tiempo para que podamos leerla en la expedición Red Sea 2015. En nuestro barco, más o menos, la cosa transcurrió así:

Es domingo. Me despierta la luz del Sol que entra a través de la ventana. Miro a mi derecha, Sonia no está, Sonia se fue, Sonia ha bajado por café. Me miro al ombligo. Tengo tantas pelusas que me daría para hacerme un Jersey. Me voy al baño y me paso a limpio. Abro la puerta, el pasillo está desierto. Frente a mí, el mar tranquilo jugando a los contrastes con el verde de los arrecifes. Es paradójico que le llamen mar Rojo. Continúo por el pasillo hasta llegar a la terraza de popa. Sigo sin encontrarme con nadie. Pienso que es lógico, arriba, aparte de nosotros, sólo están Isabel y Juan. Imagino que, tras el viaje, estarán cansados y necesitarán un poco de tiempo para activarse. Echo un vistazo al salón, el de las charlas y las fiestas, que también anda vacío. Bajo por la escalera, directo a la cubierta de buceo. Todos los equipos están preparados, alineados y colocados. Cuando empiecen las inmersiones esto será tan caótico como un mercadillo de gitanos, pero ahora, la sensación de orden y tranquilidad me satisface. Desde esta zona, se accede directamente al salón y al comedor, donde me encuentro a los primeros seres vivos. Sinceramente, a esas horas de la mañana, con el cansancio del viaje y el madrugón, tienen una cara todos que no sé si dar los buenos días o hacer un exorcismo.


Anoche, la tripulación se portó de maravilla. Creo que nos cogieron cariño de años anteriores, recuerdan nuestros nombres, nuestras preferencias, anécdotas…¡¡¡ lo recuerdan todo !!!. Seguro que conseguirán que nuestra estancia en el barco sea algo más que grata. Recuerdo que Rafael y Carmen eligieron uno de los camarotes de la primera cubierta, por aquello de no andar subiendo y bajando escaleras, así que mi primera orden a bordo es la de no hacer mucho ruido, para tratar de garantizar el descanso de ellos y de los que aún andan mecidos en los brazos de Morfeo. El otro camarote de esta cubierta, creo, está ocupado Luis y por Alma, como el año pasado. Abajo duermen seguro Bea y Silvia, que por fin ha podido compartir camarote con otra chica y en esta oportunidad no tendrá que arropar al vacío a nadie, como en la tiritona. Miguel Ángel, imagino que estará mimetizándose con la fauna local a la carrera. Sonia está apurando su segundo café de la mañana, En unos minutos podremos hablar con ella sin que muerda. La tripulación recordó que bebía leche desnatada, que se llama así porque el inventor no sabía con cuantas erres se escribía aguachirri y ha traído unos litros especialmente para ella. Sobre la mesa también hay nesquick y nutella, elementos claves para garantizar el éxito de cualquier crucero.


Poco a poco el Al Farouk se despereza. La tripulación ya tiene todo dispuesto y, tras pasar lista, estamos ya todos a bordo. Hasta los dos guías, Mohamed y Simón andan ya colocando sus equipos y planificando la ruta. Pero el barco no sale. Al parecer, el agente de la ley, que al parecer es ese que tiene un traje tan sucio que desentonaría en un especial de callejeros, tiene dudas sobre la traducción de los nombres de la tripulación al Inglés. Está en modo cerril, y dice que por sus cojones que no sale el barco. La eficaz intervención del armador de la Mirage obró el milagro y finalmente podemos soltar amarras un par de horas más tarde de lo previsto. El momento de abandonar el puerto y navegar con la costa a babor, llena de hoteles y los arrecifes a estribor es mágico. Todos andan barco arriba, barco abajo con sus móviles en la mano. Estos aparatos han llegado a tener tal tamaño que cuando veo a Marcos bajar con la tablet bajo el brazo me recuerda a Moisés bajando del monte Sinai con las tablas de los mandamientos. Nuestro destino, será un arrecife poco visitado en la zona de Hurghada llamada Poseidon Reef.


Dado que los guías ya tienen conocimiento del nivel del general del grupo, hemos obviado los lugares típicos de check dive y nos hemos venido hasta aquí. Lo único que haremos será hacer los grupos y comprobar nuestro lastrado. Nos comentan que esta inmersión es sencilla, y que será cortita. Como todos los Scubagueto sabemos el “hacemos una inmersión cortita” para nosotros es como el “corto de café” de los camareros o el “solo las puntas" de las peluqueras, es decir, nos fuimos a los ochenta minutos de inmersión disfrutando de un arrecife excelentemente bien conservado.



Una vez fondea el barco, el primer grupo salta al agua. Nada más bajar vemos un cardumen bastante numeroso de peces mariposa, posiblemente, entregados a la noble tarea del cortejo nupcial. Como todos sabéis, los rituales de cortejo de los peces son parecidos a los de las personas, pero sin tener que dar el Facebook o el wasup al final. El coral está muy bien conservado, con una buena representación de alcionarios y acróporas y al final, coral cerebro lleno de los pequeños arbolitos de navidad. Las tridacnas se encajan en los corales duros y muestran su manto de color. Sobre este jardín tan bien conservado, centenares de peces se acumulan en torno a la protección que brindan las intrincadas estructuras rígidas del coral, en especial los peces cardenal y las coloridas anthias. Con un movimiento constante, los pelágicos patrullan sin descanso a escasos metros de la pared sin alterar el nadar pausado de los lutjanus. Los peces halcón descansan apoyados en las “ramas” altas de los corales. Me resulta curioso que un pez con un colorido tan vivo trate de pasar desapercibido. Despacito, vamos avanzando hasta llegar a la esquina del arrecife. Aquí, el coral de fuego forma un muro homogéneo. Nos cruzamos con el grupo que salió antes, lo que me permite grabar, prácticamente, a todos los buceadores, de aquí, puede salir un video muy chulo, creo. Ahora, somos nosotros los que nos damos la vuelta, pasando por delante de Simón, empeñado en mantener disciplina y procurando que nadie le adelante. Pobrecillo, ha subido tocadito al barco, y, en su primer crucero como guía, ya le toca bregar ante la tradicional asimetría submarina Scubagueto. Pese a que le advertimos de esta circunstancia en la cena de ayer, ver sus frecuentes gestos de rapero chungo tratando de mantener las filas prietas hace que, por momentos me sonría. Luego, más tarde, a medida que compruebe el nivel del grupo, se relajará y dejará que la cosa sea más fluida. Los últimos minutos de la inmersión los emplearé en filmar un nutrido grupo de peces mariposa enmascarado que están junto a uno de los cabos de fondeo.


Ascendemos, y el panorama no puede ser más alentador. Tanto los “veteranos” como los que prueban por vez primera el calor de esta agua están alucinados, y eso, se nota en la cara de felicidad de todos. Es este momento en el que todas las tensiones y los nervios de la preparación del viaje desaparecen y confirmas que los esfuerzos, han merecido la pena. La campana suena de nuevo, y nos vamos al salón. En un barco de buceo, los eventos se marcan a toque de campana. Lo normal, es que, cuando oyes su sonido estridente te toques la cabeza. Si está seca, toca bucear, y si está mojada, toca comer. Cuando entramos en el salón, Tokal (que es el camarero), tiene todo lo que Alá (que es el cocinero) ha preparado para hoy. Todo tiene una pinta estupenda y, creo, que es uno de los puntos fuertes del barco. Nos dicen que, el pequeño incidente del puerto, ese que nos hizo salir muy tarde, va a modificar nuestros planes, ya que, hoy, sólo podremos hacer dos inmersiones. Nos queda, por lo tanto, una pendiente que tendremos que recuperar a lo largo del crucero. Por el contrario, navegaremos del tirón hasta abu nuhas, donde llegamos al caer la tarde.


Reposamos disfrutando de las excelentes instalaciones del barco hasta que vuelve a sonar la campana. Cada briefing es una dura prueba para los nervios de Mohamed y de Simón (que ya se pronuncia Saimon) ante las ganas por entrar al agua de todos los buceadores. Por primera y única vez, nos limitan el tiempo de inmersión, y como es bien sabido, cuando el guía limita el tiempo de inmersión, todos nos entregamos al noble arte de la sordera colectiva y nos convertimos en camellos, pasando de todo. Más o menos con un orden, saltamos al agua y descendemos por unos de los cabos que mantienen al barco unido al arrecife. Buscamos la pared y la seguimos. Entre los corales, cangrejos invisibles durante el día son sorprendidos por nuestros focos. Llevo en la carcasa uno de los Dolphin de Artek que tenemos, el otro, lo lleva Raúl. La luz es increíble y, a veces, tengo que apagarlo para no perderme detalle de toda la “micro fauna” que puebla el arrecife. En una grieta sorprendo a un par de gambas limpiadoras, un poco más lejos, posado sobre un coral aislado encuentro un tímido ejemplar de pez globo enmascarado. El más típico de estas inmersiones es el pez globo espinoso, que no tarda en aparecer con sus enormes ojos, pasando tranquilamente por delante de la cámara. Un movimiento bajo una de las cornisas de las acróporas delata la presencia de un cardumen de peces gato. Sus bigotes y las bandas blancas que recorren su costado ayudan a ocultar su silueta para así, despistar a sus depredadores. El continuo y caótico movimiento es curioso. La primera de las grandes morenas nos espera en una cueva. Las gambas se están empeñando a fondo en limpiar su piel de parásitos y se pasean sin miedo a la impresionante mandíbula de este ejemplar, que, pese a tener un tamaño considerable, no es de las más grandes que veremos. En la base del arrecife podemos ver una morena “copo de nieve” con su cabeza blanca con puntos negros y en un agujero circular aparece una morena de cabeza amarilla contoneándose a la vez que presume de “maquillaje”. En la arena, continúa el incansable trabajo de los gobios y de sus cangrejos constructores y, pese a que los peces león ya andan aprovechándose de la luz de nuestros focos no son tan numerosos como en otros lugares. Tras ochenta y tres minutos de inmersión, llega la hora de ascender y cenar.


Tras la cena, el barco ofrece la tranquilidad del salón para apuntar las inmersiones y, si es tu turno, rellenar las inmersiones de todo el grupo sin que se entere Simón. También puedes subir a la terraza de popa y tomar un refresco o un par de birras y disfrutar de la amena conversación de Rafael, una fuente inagotable de anécdotas, que solo puede ser interrumpida por la música que empieza a sonar invitándonos a echarnos unos bailes. Numero uno (Isa), está más tan contenta que si estornuda echaría confeti, y anda maquinando siempre algo. Cuando no es una nueva coreografía para mandarle un vídeo a Vane, es hacer un vídeo con la tripulación y cuando no, liar a Luis para que fabrique un rayo exterminador de led con el que dominar el mundo, lo normal. Lo cierto, es que nos obliga a bailar uno de esos bailes típicos tan sensuales con movimientos idénticos a esas veces que tienes ganas de hacer pis pero te da pereza ir al baño, al ritmo de una música repetitiva y pegadiza que despierta la emotividad de la tripulación y mis arcadas. Hablando de arcadas, llevamos ya casi 24 horas a bordo y Antoñito aún no ha llamado a Raúl... ¡¡¡ esto funciona !!!.



Subo al croquetario, donde Alma, Bea, Silvia, Sonia, Isabel y Patricia andan a la caza de estrellas fugaces. Ni siquiera un cielo como el que tenemos puede eclipsar tanta belleza como llevamos hoy a bordo, chicas guapas de verdad, pero no como esas chicas que tienen tres manos: una izquierda, una derecha y una de pintura, no, estas son guapas de verdad.


Es temprano, muy temprano, más bien de madrugada cuando Simón nos despierta con unos suaves golpes en la puerta. Mientras paso al baño a colaborar con la madre naturaleza pienso que, eso de "a quien madruga Dios le ayuda" puede explicar el aumento en el número de ateos. Lo malo de los baños del Al-Farouk es que no tienen nada que leer. Lo bueno, que de aquí voy a salir sabiéndome la composición química del champú. Me ducho en la ducha para altos, la que Raúl no encontró el año pasado, y bajo a tomarme una infusión. El agua del termo sale a la temperatura de fusión del acero y, hasta que la mezcla de hierbas sugerida por Alma sea bebible, tengo que esperar un rato. Un rato que paso charlando con mis compañeros o con los guías tratando de optimizar el tiempo del que disponemos, acortando las charlas y pidiendo un poco de diligencia a la hora de equiparse, sobre todo hoy, que empezaremos a dar caña a las zodiac ya que, esa rompiente que hay en la proa es el arrecife de Abu Nuhas, y, a sus pies, descansan los restos del Markus, del Carnatic y del Ghiannis D, tres de los pecios más conocidos del mar rojo. Mientras escuchamos el brifing, empiezo a escuchar algún problemilla de oído. Llevar a bordo a Isa, Bea, Silvia y Alma garantiza que vamos a tener más cuidados médicos que un tamagochi y un botiquín más surtido que una caja de galletas Cuétara. Hombre, si somos un poquitín sinceros, las constantes consultas a nuestra ornitorrinco de guardia (para los ignorantes que aún no saben que es un ornitorrinco diremos que es un médico especialista en nariz, garganta y oídos) son más por prevención que por otra cosa, porque, a Silvia, nadie le ha pedido que le haga un árbol ginecológico (su especialidad), y me da por pensar que hubiera pasado si hubiéramos llevado a bordo, no sé, ¿un forense?.


Lo que sí es digno de consulta es la cara de Giovani, que se ha despertado con tantos granos que un ciego podría leer en su cara durante horas. Encima, como los granos son como los gitanos, que si tocas uno, aparecen muchos más, cuando Patricia, aparece con la cara también en estado efervescente surgen de una forma tan espontanea como cruel un montón de comentarios jocosos y malintencionados que especulan sobre fluidos, posturas y lugares que por ética voy a omitir. Con tanta burla, esta encantadora pareja me está dando más pena que un gato recién bañado. Ahora, tras la infusión y la charla, toca prepararnos en la plataforma de buceo. Nuestro primer objetivo del día será el Markus.



El primer grupo va subiendo a la zodiac que abandona el barco y pronto la perdemos de vista entre la distante rompiente. Viendo lo que muchos llevan colgados del equipo, me planteo hacer un artículo que titularé "Qué cojones es esta mierda y para qué coño la usas" y que tratará de conceptos básicos sobre los accesorios que lleva Luis Carlos colgados del chaleco. Mientras mi equipo se equipa... joder, que bueno el juego de palabras que me ha salido, con un ¡dale!, un ¡mamita chula! Un par de ¡uh! ya tenemos un tema de Pittbull. Bueno, sigamos, mientras mi equipo se equipa veo que llega la primera de las barcas. Para mi sorpresa, viene con Patricia a bordo, que se ha dejado no sé qué en el barco. Un poco más tarde regresa la otra, para mi sorpresa, viene con Antoñito a bordo, que recordó que no llevaba los plomos puestos a tres metros de profundidad cuando, por agotamiento, dejó de aletear “pabajo” y salió a superficie. Veamos, el equipo lo tienes montado desde el primer día, y, solo tienes que recordar coger tus plomos y tu equipo ligero, so-lo. Siempre estuve en contra de la pena de muerte, pero hoy viendo estas pifias, la silla eléctrica me parece poco.


Finalmente, las dos barcas se pasean sorteando las olas a lo largo del arrecife de Abu Nuhas hasta llegar al punto donde descansan los restos del Markus, que, también son conocidos como Chrisoulas. Saltamos en negativo y descendemos hasta la popa, viendo la gran hélice. El barco descansa sobre su costado de estribor, por lo que, ahora, recorremos su cubierta. Nos separamos un poco, para buscar en la arena un par de anemonas con sus inseparables peces payaso. La sorpresa de la mañana llega cuando vemos otra anémona, pero en esta oportunidad, roja. Mientras número uno se entretiene volando sobre las anguilas jardineras trato de obtener una buena imagen del ambiente… ya veremos lo que sale. Luego, volvemos al barco y recorremos sus entrañas repletas de baldosas italianas que ahora son el escondite ideal para un pez escorpión o peces león que tratan de llevarse a la boca alguno de los numerosos peces de cristal que pululan por las bodegas. Llevamos más de una hora buceando (en el mar rojo, si haces inmersiones de menos de sesenta minutos un pingüino muere violado por un oso polar) y ya va siendo hora de volver a la superficie. La parada de seguridad la hacemos en el cabo, entre peces de colores y una luz que lo inunda todo.



Regresamos al barco, pero antes, parece que Housan, el patrón de esta zodiac, ha visto algo. Permanecemos con los ojos fijos en las olas, hasta que, de repente, vemos tres lomos surfeando la masa de agua que nos levanta. En segundos, nos calzamos las aletas y saltamos al agua. Bajo nosotros, evolucionan tres grandes ejemplares de delfín. Un poco más lejos, otro grupo, protege las crías, aunque, alguna de ellas no resistiera la tentación de pasar un buen rato a costa de “bichos” tan torpes como nosotros. Cuando se cansan de jugar, simplemente, se alejan, dejamos de verlos, y, es cuando subimos a la barquita para regresar al barco. La primera de la mañana ha sido… sencillamente, increíble.


Tras algo más de dos horas y media de intervalo en superficie, aprovecho para dejar constancia en vídeo de esas caras de Felicidad. Primero, encuentro a Isabel (número uno) en el solárium, perpetrando un plan maestro para dominar el mundo, o algo así. Junto a ella, está Alma, una mujer que el gamberro que todos llevamos por dentro, ella, en estos cruceros, lo lleva por fuera. Curiosamente, las dos han decidido quedarse en el barco y hacer snorkel. Las grabaciones de su sesión - "es que me ahogo, coño" – darán mucho juego en vídeos posteriores. En el salón superior, está Juan , un tipo tan simpático y educado que cuando Dios dijo “hágase la luz” el respondió “pídelo por favor”. Descansando en la terraza podemos ver a Carmen, que se acaba de quitar el traje y tiene el pelo que parece la escena de un crimen y a Rafael, que sabe más anécdotas que un cuentacuentos argentino, charlando con Ismael, un gran aficionado a la informática, tanto, que su estado civil es “online”. En mitad de la terraza, Sonia, la mujer mi vida, que supe que me quería cuando me miró como yo miro a los chuletones de buey está ayudando a Bea, que hace tantos esfuerzos por ponerse el traje que cuando termine le van a convalidar segundo de contorsionismo. Bajando por la escalera, usurpando sitio a los del otro grupo, andan Marcos y Sonia entretenidos desmantelando una linterna que les ha durado menos que un negro gracioso en una película de miedo. De camino al comedor me cruzo con Almudena, vestida de un uniforme color fresi-chillón, como el de los bom bom chip, que anda buscando a Mariví, que como se acaba de poner el traje tiene la cara roja y parece lady gaga en una chirigota. En el salón, donde han puesto el aire acondicionado en modo antártico, reposan Luis Carlos que está disfrutando tanto que ya tiene cara de maruja en semana fantástica y Miguel Ángel que lleva unas mallas que parece que vaya envasado al vacío y se las tenga que quitar suspirando. En proa encuentro a Patricia, que tras el pequeño placaje de máscara que ha sufrido, ahora mismo tiene la cara que parece dos huevos fritos con labios. Giovani anda haciendo fotos en el costado del barco donde están las bombonas de O2 con la cara que parece una esponja para los callos. Antonio, ahora que el barco se mueve un poquito, está sacando ese carácter chungo que tiene que parece que, en lugar de supernany le debió educar el encantador de perros. Me faltan tres. A Luis le encuentro liado con el ordenador, más solo que Will Smith en “Soy leyenda” y acaparando el croquetario están Maribel y Silvia, tomando el sol, que tienen la piel más caliente que el queso de los San Jacobos.


Cuando Simón, que ya tiene esa cara de “esto no me puede estar pasando a mí” toca la campana, todos nos reunimos en el salón, donde ya nos espera Mohamed, un guía corpulento y responsable que trasmite seriedad al crucero, para darnos el briefing. La segunda inmersión de hoy será en el Carnatic. Otro de los pécios emblemáticos del Mar Rojo. Pues bien, este barco se construyó en 1862 y era una de las goletas más rápidas de su época. Solía llevar mercancías y ocasionalmente pasajeros, aunque no contara con demasiadas comodidades. El 12 de septiembre de 1869 cargado con algodón egipcio, vino de oporto, láminas de cobre, 40.000 libras en monedas de oro, correo y treinta y cuatro pasajeros, la impericia del segundo oficial hizo que un pequeño desvío de 5º en su rumbo embarrancase el barco sobre el arrecife. Hasta el día 15 de septiembre, trató el capitán de salvar el barco, impidiendo el desembarco de carga o pasajeros, a los que llegó a servir la cena horas antes del hundimiento. A media mañana de ese día, se ordena la evacuación, tarde para 5 pasajeros y 26 tripulantes que se hundieron con la popa cuando el barco se partió en dos. El resto de supervivientes pudieron llegar en los botes a la cercana isla de Shadwan. Desde el 29 de septiembre hasta el 8 de noviembre los buzos contratados por la compañía LLoyds recuperaron los cuerpos de las víctimas y la carga. El barco, permaneció entonces en el olvido hasta que en 1983 el Ghiannis D se hundiera en el mismo arrecife y se re descubriera este pécio para la comunidad de buceadores.


Por cierto, el nombre del barco de vapor que pierde Phileas Fogg en la novela escrita por Julio Verne en 1872“La vuelta al mundo en ochenta días” se llama Carnatic. ¿casualidad?


Precisamente, la tercera inmersión del día la haremos en este barco, en el Ghiannis D. Tras llegar al punto de fondeo, saltamos en negativo para sortear el oleaje que arrecia y descendemos hasta encontrarnos con la chimenea y su enorme letra “D”. Desde este punto, bajamos por la popa hasta la hélice. El barco está tumbado sobre su costado de estribor y permite entrar tanto a la sala de máquinas como a otras estancias. Decidimos no hacer penetraciones (que mal ha sonado esto) y recorremos la parte de popa y la parte central del barco que está más desordenada que un Bershka en rebajas. Entre las planchas podemos encontrar ejemplares de pez cocodrilo y pez escorpión. En los restos de la proa, hay un cardumen de pez de cristal, no tan espectacular como los del Carnatic, pero igualmente gratificante. Regresamos sorprendiendo a los peces pipa que hay en la entrada del puente y podemos filmar unos cuantos nudibránquios de esos extraños. Tras sesenta y tres minutos de inmersión, terminamos haciendo la parada en la grúa y regresando al barco.


Hoy me puse el shorty con el logo de Hello Kitty grabado en el culo, obra de Bea. Ahora busco mis aletas, diseñadas y decoradas también por Bea. Esta chica, para quien no lo sepa, es una mala persona que de pequeña tiraba chinchetas a los pasos de semana santa para ver a los nazarenos bailar capoeira. A mi lado está Silvia, una mujer que cuando te dice que no, es que no, salvo que sea que sí, pero dirá que no por no decir que sí, para que sea sí, aunque no lo diga. Pues con estas dos, tengo la fortuna de hacer la inmersión nocturna en el arrecife de Shaab Mahmondat. Una inmersión que consiste en dar vueltas a los piedros donde se refugian pequeños cangrejos, estrellas espinosas enormes y otras pequeñas que parecen porcelanas, cangrejos y enormes morenas. El mayor atractivo, quizás, sea la abundancia del pez piedra, si eres capaz de verlo, porque, su camuflaje es tan perfecto que descubrir uno de estos es una sensación idéntica a la de estar en un restaurante y ver cómo te traen tu postre favorito. La abundancia de peces león nos obligará a tomar la altruista decisión de apadrinar a uno, que nos acompañará en los más de ochenta y tres minutos de inmersión. Para los que no os podáis imaginar lo que son ochenta y tres minutos de inmersión, es más o menos lo que tarda un daltónico en resolver un cubo rubick.


Tras la inmersión viene la cena, y tras la cena, en la terraza superior, la exhibición de esos bailes regionales tan sensuales que indefectiblemente terminarán como borrachuzosenbarcodebuceo.avi. Es desconcertante ver como las mujeres que piden respeto, luego bailan "sexy bitch" como si no hubiera un mañana. Por si fuera poco, número uno ha tomado consciencia de sí misma y ha desarrollado el poder de dominar las mentes ajenas, de manera que, me obliga a participar en el baile, aunque es conocedora que soy tan torpe que hasta me saqué el DNI a la tercera. El fin del mundo está próximo y no tiene que ver con los códigos de los cuadros de Da Vinci, el calendario maya o los jeroglíficos egipcios. El fin del mundo vendrá cuando Isa quiera, porque pongamos las cartas sobre la mesa, Juan puede ser dueño de su destino, capitán de su alma y todo lo que él quiera, pero en su casa manda su mujer, y eso es así. Punto.


Hoy, la primera inmersión tendría que ser en Jolanda Reef, pero, a primera hora de la mañana, surgió un pequeño problemilla con el otro barco que no podía esperar para luego, de manera que, me he quedado en el barco enviando wasup y correos viviendo un situación tensa, como cuando no te has quitado el pijama para ir a comprar el pan y delante de la buenorra del barrio te asoma una manga con ositos. Finalmente, el pequeño malentendido me ha costado una inmersión. Tampoco es que me queje, ya que, hoy, tenemos que recuperar la que no hicimos el domingo, por lo que, tenemos un día completito con cinco inmersiones. Una vez ha terminado esta, aprovecharemos las próximas horas en subir hasta Tiran, dejando el barco fondeado en Thomas Reef. El barco está a escasos metros del arrecife. Por el costado más cercano a este, la transparencia de las aguas nos permite ver la riqueza de estos fondos, pero, por el otro costado, el azul oscuro es sinónimo de grandes profundidades.



Nos subimos en las zodiac que nos llevan a la otra parte del arrecife. Una vez saltamos, nos pegamos a la barrera y comenzamos el descenso. De repente, a cierta profundidad, la corriente nos lleva. Esto, sí que es una caribeña en condiciones y no lo que se hace por Granada. Pasamos junto a las grandes gorgonias que sirven de guarida a las anthias y son, también, el terreno de caza de los peces halcón. Entre los coloridos corales blandos hay formaciones de coral de cerebro, coral de lechuga, coral de fuego, acróporas… todo excelentemente conservado. Incapaces de nadar en contra de la corriente, envidiamos la forma en que los medregales, los túnidos y los carángidos nadan a toda velocidad buscando presas entre las miríadas de pececillos que buscan refugio en laberinto coralino en cuanto detectan su presencia. Llega un momento en el que la corriente ya no transcurre paralela al arrecife. Es cuando tenemos que empezar a navegar, pudiendo deleitarnos con la colección completa de peces de colores: peces mariposa, peces cirujano, peces ángel, incluido el grande, el de arabia, con su máscara azul, labios dulces, peces globo, peces león o peces ballesta con la inquietante presencia del agresivo titán. En las repisas de arena descansan los peces cocodrilo, los lenguados o alguna sepia y en las cuevas, las grandes morenas. La inmersión, sin esfuerzos, sobrepasa los ochenta minutos, es entonces, cuando hay que tirar la boya deco y esperar a que Housan o Mohhamed Asan vengan a recogerte. Estos dos, manejan las barcas auxiliares a la perfección, transmiten seguridad y haciendo que todas las inmersiones acaben bien.


La tercera, será en Woodhouse reef, de nuevo, utilizando las zodiacs para llevarnos al punto de inicio de la inmersión y recogiéndonos cuando lanzásemos la boya deco. La inmersión resulta, de nuevo, fascinante, con una visibilidad impresionante y toda la vida del arrecife pasando ante nuestros ojos, mientras una corriente nos lleva con lentitud, pero sin pausa. Cuando subimos a bordo, con todos reunidos en la plataforma de baño, número uno nos somete a una prueba de baile a la que se sumó hasta el cocinero. El resultado es un emotivo vídeo que mandaremos a la verde Irlanda y que me hace recordar a los, por uno u otro motivo, ausentes.


Algo más de dos horas más tarde nos encontramos fondeados en Gordon reef. Desde la cubierta, vemos perfectamente los pináculos de coral del fondo, peces e incluso una gran morena paseando por sus dominios. Mientras esperamos el repique de la campana tocando "arrebrifing", quizás por un “no hay huevos” o por la influencia de la maligna, varios nos atrevimos a saltar desde las alturas del barco. Una forma como otra cualquiera de pasar el rato, y una buena dosis de risas e imágenes. Por fin, tras la charla, subimos a la zodiac que ya nos espera girando en círculos cerrados para deleite de todos menos de Antonio, al que se le notan las ansias homicidas en aumento cada vez que Housan aceleraba para dar otra vuelta. Una vez llegamos al lugar, saltamos y nos preparamos para hacer una caribeña guiados por Simón, que ya anda sintiendo los rigores de la gastroenteritis que se está moviendo por el barco de Scubagueto en Scubagueto sin respetar ni siquiera las canas. Como su formación fue en Granada, cerquita de Julia, su concepto de “caribeña” es radicalmente distinto al del resto del mundo. Eso nos lleva a más de sesenta minutos pateando contra corriente, siguiendo a nuestro guía entre peces, carángidos un par de tortugas y muchas morenas. La rodilla de Sonia, en un momento determinado, decide que ya ha terminado la inmersión y, allí, en mitad del platoo de Gordon, mi esposa se marca una pose digna de karate kid, a brazos cruzados con la rodilla en modo de grulla y con esa mirada tenebrosa que me deja más acojonado que el hombre de hojalata en un barrio de gitanos.


Al salir, nos sorprende la visita de los del otro barco, una panda de cabrones que han esquivado la guardia de Patricia y se han llevado todos los bikinis que se han encontrado, que ahora, cuelgan de la proa del Excellent. El contra ataque contará con la maniobra de distracción envolvente de Juan, y la acción furtiva de número uno acompañada por Mohamed Ali, que hizo de funambulista recuperando el honor y las prendas de las damas. Después de todo lo que hicimos por ellos, que trataran de mancillar nuestro orgullo en lugar de buscar una confraternización etílica post nocturna, no es que me haga odiarlos, pero, si todos estuvieran ardiendo en los avernos y yo tuviera agua... me la bebería.


La quinta de este día será la nocturna. Saltamos desde la plataforma de popa y nos dirigimos, primero, en contra de la corriente, entre un avispero de peces león sobre excitados por la cantidad de presas iluminadas por nuestros focos. Es una inmersión a poca profundidad, de detalles, de cangrejos, de bailarinas españolas, de peces piedra y de nudibránquios. Me encuentro a Raúl entre un cardumen de fusileros disfrutando con las formas caprichosas que dibujan estos peces en su movimiento constante. Un par de sepias ponen, sin lugar a dudas, el espectáculo de color a una noche que acabará con la sesión de croquetário y el descanso en espera del segundo día de cinco inmersiones.


El día 27 amanece en Gordon Reef, aunque desde muy temprano la tripulación anda truñeando los burenques para que el “Farruquito” quede libre de sus ataduras. Mientras tomamos la infusión de la mañana, esa a base de la hierba que te deja los ojos mirando para la nariz y que Alma ha bautizado como hibizcos, el barco navega con destino al cercano arrecife de Thomas. Las zodiac nos llevan a la parte opuesta donde nos dejamos caer, de nuevo, a merced de la corriente, que nos lleva en volandas por un arrecife lleno de coral, luz y color. En este punto de inmersión, la única norma que hay que respetar es esa no escrita que dice que siempre que estarás mirando a la derecha justo antes de que algo interesante aparezca por la izquierda. Y por la izquierda lo que aparecen son los pelágicos, siempre a gran velocidad, cruzándose, confundiéndose con el azul (azul cobalto con matices plomizos de inspiración pictórica y de transición al púrpura, según Antonio) ignorando con gran dignidad nuestra presencia. Vemos un par de atunes y lo que parece un tiburón de puntas blancas, pero como es de puntas blancas, es decir, una mierda de tiburón, pasamos del bicho y nos centramos en el impresionante ballesta titán, que, al parecer, sufre de masaje prostático con inquina, o lo que es lo mismo, alguien le ha debido de tocar los cojones (porque los huevos los tienen en el agujerito) y nos amaga con un par de ataques de furia de esos que te dejan sin aliento. Hasta que llegamos al lugar donde fondea nuestro barco disfrutamos de toda la fauna del arrecife. Particularmente, en esta inmersión he bajado con el objetivo de obtener imágenes de los lábridos que han montado sus estaciones de limpieza en las gorgonias y de los peces halcón que también viven asociados a estos nidarios. Casi al llegar al barco vemos la grieta tan peculiar de este arrecife y terminaremos los setenta minutos de inmersión haciendo la parada de seguridad a la vez que navegamos buscando la escalera del barco.


El barco abandona los arrecifes de Tiran y se dirige de nuevo a la zona de Ras Mohamed. Con orden, nos deja cerquita de tierra justo encima de anemona city. Por desgracia, la corriente, el viento o la marea ha sacado de la laguna mucha tierra y los primeros metros me recuerdan a una ciénaga. Una vez superas esta capa de tierra en suspensión, llegas a la pared y empiezas a disfrutar de la cantidad de anémonas y su corte de peces payaso. Como la corriente nos es favorable, ahora, pasamos de nuevo a Shark Reef. En la pared, la vida es sorprendente, pero lo mejor viene cuando vemos el banco de carángidos separados del arrecife en lo que me parece un ritual de apareamiento. Cuando nos acercamos, por debajo, la silueta inconfundible de un gran tiburón nos sorprende a todos. Juan ha salido disparado y yo voy detrás, el bicho, que es muy grande, no se contrasta por lo que la grabación es imposible. Nos quedarán las dudas sobre la especie, pero el considerable tamaño queda demostrado cuando una rémora se pasea inquieta entre nosotros buscando algo en lo que pegarse. Justo antes de separarnos, nos sorprendió una tortuga que nadaba en dirección a Jolanda. Ahora, aún impresionados por el encuentro con el gran escualo, y tras la experiencia con la rémora, nos podemos entretener con este reptil que devora coral sin preocuparse demasiado por nuestra presencia. También queda tiempo para visitar en los restos del Jolanda a la gran morena que asoma bajo una planchas. Es impresionante ver cómo sale nadando. Realmente, lo impresionante es su tamaño. Se detiene entre unos corales y nos deja tomar unas imágenes. La morena sigue su camino y nosotros el nuestro, rodeando jolanda reef, pero, a veces, ambas rutas se cruzaban y cuando veía a esa gran boca con dientes por el rabillo del ojo, de repente me sentía como la tripulación del Nostromo en Alien.



Entre Shark y Jolanda Reef, en un arenal, apuramos los últimos minutos de la inmersión con un gran pez cocodrilo, tratando de obtener una buena toma de sus extraños ojos. Nos llevan al barco en uno de esos traslados “low cost” que tanto disfrutamos en nuestra, ya lejana, primera experiencia experiencia en el mar Rojo y procuramos descansar antes de quedar amarrados en Small Crack.


Tras quitarme las bermudas mojadas y calzarme las secas, así no pierdo tiempo en equiparme, bajo a comer y me relajo un poco en el salón frigorífico. Lo que yo llamo relajación, en un futuro, se llamará josetocandoseloshuevos.jpeg. Al final nos dará más miedo leer "has sido etiquetado en una foto en Facebook" que abrir el recibo de la luz, y eso, que, aún no he visto las imágenes de la cámara de número uno, que, a estas alturas ya anda maquinando el siguiente plan maestro para la dominación de la galaxia. Cuando la campana suena, volvemos a las zodiacs, a salir a mar abierto y a gozar de una caribeña preciosa en small crack. La inmersión es sencilla, consiste en dejarse arrastrar por la corriente, disfrutar de los grandes napoleones que habitan en esta zona, buscar la anémona roja y entrar por una de las grietas a la laguna donde espera el barco, sin pasarse, porque si no aciertas, la corriente te puede llevar lejos, y es complicado regresar. Mientras escucho a las barcas saliendo para recoger a los más desnortados, me entretengo grabando la simbiosis entre gobios y cangrejos. Tras sesenta y tres minutos buceando (como ya sabréis, si una inmersión dura menos de sesenta minutos un koala muere a pellizcos), ascendemos y comemos fondeados en la laguna.


Simón, nos ha informado de las posibilidades de buceo por la tarde. La primera, es hacer el arrecife cercano y pasar la noche aquí. La segunda es ir al Thistlegorm y hacer la cuarta de la tarde y la nocturna. Creo que todos preferiríamos ir al arrecife, pero, por si acaso votamos. El resultado es abrumador: veinte votos a favor del arrecife y un voto a favor del pécio, pero, como el voto a favor es el de Juan, obviamente, nos vamos al SS Thistlegorm. Y llegamos. Y nos queda el barco sólo para nosotros. Nadie más. Animados por la ilusión que se refleja en la cara de Juan, nos empezamos a equipar.



En el ambiente, casi se puede sentir como se despiertan los instintos homicidas de Juan cuando ve que la gente se equipa despacito. Con unas amistosas y delicadas patadas, anima a la gente a tirarse al agua. Antes, el briefing, nos lo hizo él, un aluvión de datos que denotan la pasión que siente por este barco. Y es comprensible, de momento, al descender en un agua con bastante visibilidad, cruzamos un cardumen de peces murciélago del tamaño de la paellera de Villabajo. Llegando a la cubierta un grupo de carángidos se pasea con tranquilidad entre los vagones que hay aún anclados. Veo a Juan explorando sistemáticamente cada plancha de hierro, en especial, cuando llega a la popa, donde se encuentra la munición. Me sobrecoge el respeto que muestra, casi con devoción. Seguimos por el costado, hasta llegar a la proa, viendo la cadena que llega hasta al fondo del a mar. Regresamos al alcázar de proa donde nos sorprende ver un pez arlequín. La inmersión está siendo impresionante. Peces escorpión, peces cocodrilo, y, debajo del vagón contenedor una morena, no, no una, ¡¡¡ la MORENA !!!. Posiblemente, la más grande que hemos visto en todo el crucero. Por desgracia, hay que terminar y ascender, no sea que acumulemos mucho nitrógeno y nos penalice la nocturna.


Una nocturna que empezamos visitando una bodega llena de historia donde reposa una tortuga enorme, veterana y cumplidora, ya que nunca ha faltado a una cita. En una de las bandas del barco, atraídos por la luz del foco, llegan peces pequeños. Y, atraídos por los peces pequeños, se aglutinan peces león, un enorme ejemplar de pez escorpión y un mero que sin ninguna muestra de orden ni respeto se está poniendo como Falete en un buffet libre. Nadamos entre rayas y entre barracudas, y, hasta los pequeños nudibránquios se suman a la fiesta con su librea de color. Es un verdadero espectáculo. Pero para Juan, es algo más, muy difícil de describir…


Cuando regresamos a superficie hay un barco fondeado junto al nuestro. Es la única compañía que tuvimos en nuestra estancia en Shag Rock. Las dos siguiente inmersiones en este histórico pecio, nos llevarán a explorar sus bodegas y la parte de la popa. En ambas, las sensaciones no podrían estar más a flor de piel. Ni siquiera el gran mero patata de la hélice resta protagonismo a unos restos de los que Juan conoce todos los datos. En los intervalos de superficie, nos informa de todos los pormenores de la tripulación y de la carga. El tío se sabe hasta las matrículas de las motos y la talla de calzoncillos de cada tripulante. No sé qué me resulta más llamativo, si la cantidad interesante de datos y detalles o la pasión que transmite al contarlos.



Pero todo tiene un fin, y, tenemos que ir regresando a Hurghada, que el ecuador del viaje ya ha pasado y la hora de volver a casa se acerca. Hoy, también podremos hacer hasta cinco inmersiones. La primera será en Shag Rock, empezando en los restos del Kingston y finalizando en el barco, en una caribeña de las bonitas. La siguente, ya en la zona del Gouna, en Siyul Kebir, un arrecife con posibilidad de escualo y con una nocturna que prometía ser emocionante hasta que número uno apareción por la puerta y me dijo:



José, ¿puedo hablar contigo?, mira…


La gente está saltando al agua y yo estoy en el camarote montado fotos y vídeos. Hoy, es la cena del capitán, la del pavo asado, y número uno ha diseñado un plan infalible que provocará caos y destrucción. De momento, ha movilizado a todos los tripulantes, incluido el capitán, que andan preparando el salón de arriba. El año pasado, para el aniversario de Alma y Luis nos dejaron la estancia como la fiesta de una adolescente de barrio pijo. En esta ocasión, la influencia maligna de Isa logra que tengas que entrar en plan Frank de la jungla, diciendo, coño graba esto pero no entres porque no sabemos lo que puede haber ahí. Yo, que casi me ahogo el otro día cuando una chica bonita me dijo que le gustaban los tipos audaces y me quité los manguitos, me encuentro bailando como los pollos descabezados, que ríete tú de los punkis bailando ska, un ritmo machacón y repetitivo que han puesto los tripulantes a toda hostia en el equipo stéreo donde tan sólo unos minutos antes habíamos puesto el vídeo exprés que monte.



Todos demostramos nuestras –escasas- dotes para el baile. Hasta un tío elegante y distinguido como Luis Carlos se anima con la coreografía, algo que me parece más raro que un gitano pelirrojo. Marcos, un ser humano tan inocente que cuándo su novia le dijo "se hacer de todo con la boca" le pidió que hiciese el reclamo de la perdiz, no ha subido porque su estómago ha decidido crear su propia coreografía. Entre baile y baile, número uno se acerca sonriendo diciendo maldades como “mira lo que he pensado”…

Por favor, que alguien la mate antes de que ponga huevos.

Tampoco podemos dilatarnos mucho, la tripulación tiene que preparar todo lo del día siguiente y nosotros tenemos que descansar, porque, nos enfrentamos a las últimas cuatro inmersiones del crucero.

Las inmersiones del viernes son de las más flojitas, quitando Police Station con sus enormes gorgonias y la morena que casi se come a la rubia. Por si fuera poco, tras ver el susto que se llevó Silvia, a mi Sonia le dio por posar al lado de esa bocaza llena de dientes. Yo obedecí, claro. Para los malpensados, en mi defensa, he de decir que no soy un calzonazos, que no hago todo lo que me dice mi mujer... solo lo que me da tiempo.


La epidemia de gastroenteritis y el cansancio son motivos por los que, decidimos olvidarnos de la última nocturna (que sería la inmersión número veinticinco, y rima) y regresar a puerto, ducharnos y salir a dar una vuelta por Hurghada. En un país donde puedes abrazar la fe católica, la musulmana o ser laica, como la perra, hasta las chicas se han convencido de que cuando se ponen escote no necesitan maquillaje y ya están listas para subir al autobús. Un autobús que nos lleva por calles con tanta mierda que Diógenes salió de allí vomitando en medio de un tráfico con un orden caótico imposible. En Madrid, cuando llegas a un cruce sin señalizar, todos sabemos que siempre tiene preferencia el coche que lleva la pegatina de Camarón, pero aquí, se limita a una cuestión de ver quien la tiene más grande (la bocina) que tocan continuamente mientas acabas sintiendo que es ese ruido lo que te separa de la muerte.


Por la mañana, nos llevan al hotel, donde, se celebra el segundo mundial de “tudo vale sub” en el que nuestro equipo resultó vencedor, por supuesto. Antes sesión de barra libre piscinera y asalto al parque acuático del hotel. Luego, los más aguerridos visitaron de nuevo Hurghada con sus sisas y sus combinados antes de volver al hotel.


Cuando suena el despertador, es como, si realmente, nos hubiéramos despertado de un sueño. Sólo el calor reinante y el camino de vuelta al aeropuerto nos confirman que hemos estado en este paraíso, otra vez.


Pasado el mediodía aterrizamos de nuevo en Barajas, con esa sensación de inquietud antes de jugártela y tirarte un pedo para comprobar si estás curado de la diarrea. Llegamos por fin a casa, desafiando a esas normas diabólicas nos escritas de seguir las leyes de la naturaleza que ya van mojando las enaguas con los efluvios del querer o descansar ante lo que nos llegará en algo menos de veinte horas. Para satisfacer la curiosidad malsana, diremos que, Al llegar lo hicimos tan bien que hasta los vecinos se fumaron el cigarro de después. Sí, es cierto, a veces utilizo palabras que no comprendo solo por sonar un poco más misoneísta

Bueno, no hay nada más. Aquí termina la crónica de esta nueva aventura, con las sensaciones grabándose en la memoria del 2014 pero las esperanzas puestas en un ilusionante mar Rojo 2015.

Otra Scubacrónica de Jose Luís González

Si has llegado hasta aquí.....¡enhorabuena! y muchas gracias por dedicar tu tiempo a leer nuestras aventuras.Tienes todos los videos de esta expedición en nuestro canal de youtube para que pongas cara a cada uno de los personajes aquí mencionados. https://www.youtube.com/user/BALTITAJUNIOR/videos
Un saludo
Raúl :D
Un saludo

Responder

Volver a “Crónicas de buceo o de quedadas”