Bahamas: tiburón tigre & martillo a bordo del Dolphin Dream

Para contarles a los demás las experiencias en nuestras inmersiones o en nuestras reuniones en tierra.
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el maco
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Bahamas: tiburón tigre & martillo a bordo del Dolphin Dream

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VIDA A BORDO EN EL DOLPHIN DREAM

La llegada a Miami la hice un día antes del vida a bordo para aclimatarme al huso horario. El avión aterrizaba justo con la puesta del sol.
Para poder comunicarme dentro del país y llamadas a España compré una tarjeta de prepago con suficientes datos para la estancia en EEUU + Mexico por algo más de 30 € que además de las llamadas y el huso de datos permite conectarte a Uber y demás aplicaciones para moverme con total libertad en Florida.
El hotel estaba en Miami Beach en el centro, cerca de restaurantes y vida nocturna para poder salir a cenar y tomar algo.
A la mañana siguiente, realicé un tour turístico por la ciudad para conocer un poco Miami, puesto que también merece la pena conocer un poco de la cultura local y la historia de los lugares que visito, no todo es agua y en un viaje como este merece la pena conocer un poco del lugar que se visita. La propia agencia da todas las facilidades para llevar el voluminoso equipaje y se aseguró de dejarme en el punto que más me convenía e incluso me ayudaron a llamar al Uber para que llegara bien a mi destino.
A pesar de estar en tierras americanas, casi todo el mundo habla español y no es difícil encontrar españoles para sentirse prácticamente en casa.


Día 1

A las 16 de la tarde me encontraba dando vueltas por el puerto de Riviera Beach como un idiota en una feria, una hora más tarde de lo indicado por el capitán. En teoría, de 15 a 19 h era el tiempo para montar equipos y acomodarse mientras el barco estaba amarrado a puerto.
Encontrar el barco en el puerto es complicado y las indicaciones de los lugareños parecía una broma exasperante, “junto al edificio azul” repiten unos y otros, señal de que no saben dónde se encuentra, puesto que todos los edificios (unos 15 repartidos en un puerto enorme) son de este color. Finalmente, el barco se encuentra al final de una pasarela, oculto tras otros barcos, incluso cuando el guarda del puerto me señaló la dirección exacta en la que se encontraba la embarcación, me costó trabajo distinguirlo entre los otros barcos.
Era evidente que aquel viejo barco de pesca de gambas, había sido transformado en uno de recreo, destinado a submarinismo con escualos, el resultado, espartano, pero funcional, aunque carente de los lujos propios de una embarcación de recreo como se pueden encontrar en el sector, la nave es robusta como un yunque, propulsada por dos hélices más propias de un remolcador que de un barco de este tamaño. Cosa que se agradece en un mar caribeño, después de la época de huracanes (noviembre), donde las tormentas se originan en pocos minutos.
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La tripulación está compuesta por tres jóvenes muchachos, alegres y joviales, atentos y amables, que conocen a la perfección su trabajo y que cambian totalmente su actitud cuando tenían que explicar o apreciar algún tema importante, dando un tono muy solemne al mensaje para que calara más profundamente. Nada más reconocerme como cliente, me quitaron las maletas de las manos y las llevaron a la zona de camarotes. Después de la exasperante búsqueda del navío bajo el sol de justicia de florida, no dudaron en ofrecer una cerveza bien fría mientras me ponían al tanto de las normas de convivencia del barco. Lo primero era rellenar los formularios aduaneros, mientras llegaban los otros buceadores e ir etiquetando los objetos personales de uso cotidiano tales como vasos, tazas y otros enseres del barco o personales para evitar situaciones incómodas. La cocinera, también joven, un poco entrada en carnes, sonreía casi por obligación, pero no cabe duda que cocina de maravilla y en una abundancia y variedad más que suficiente. El capitán y propietario del barco, Scott Smith, tiene 35 años de experiencia de buceo con tiburones, un hombre esbelto pero fuerte, ojos azules, mirada penetrante y tono de voz rudo, inspira bastante seguridad, es evidente que conoce mejor estas aguas que su propia cama. Más tarde me comentó que salían al mar 48 semanas al año y que los 7 restantes eran para el mantenimiento del barco, resulta sorprendente la facilidad con la que encontraba un remanso sin olas en mitad de una tormenta en pocos minutos.
Una vez llegados todos los pasajeros, se realizaron las presentaciones de rigor y se procedió al reparto de los pequeños camarotes, por suerte para alguno de ellos, me tocó un camarote para mí solo, salvando a algún camarada de pasar las 9 noches en vela por mis poco discretos y sonoros ronquidos. El grupo no podía ser más variopinto, una afable pareja de Dinamarca, 4 japoneses (una mujer entre ellos), un canadiense, 2 americanos y este español perdido que apenas comprendía alguna palabra de un inglés bastante cerrado y que hablaban como si tuvieran límite de tiempo. 10 buceadores y 5 tripulantes. La pobre japonesa, estaba constantemente mareada, a pesar de las innumerables pastillas que tomaba, su estancia en el barco se justificaba por su pasión por los tiburones, que era mucho más fuerte que su casi nulo inglés y su aversión a los vaivenes de la navegación, solo en el agua, rodeada de estos animales, acariciando su áspera piel parecía estar en su cielo particular.
La primera noche, después de la primera opulenta cena, nos introducimos en los diminutos camarotes. El capitán puso rumbo hacia West End. Al extremo oeste de Grand Bahama, puerto donde tramitaron los visados y ni siquiera tuvimos que bajar del barco para el trámite.

Día 2

El amanecer no podía ser más precioso, prometía un hermoso día, después de salir del puerto, en ruta hacia nuestro punto de inmersión dentro del área "Tiger Beach", el mar calmado con sus increíbles tonos turquesa, La comida no defraudo a nadie, y procedimos a nuestro primer briefing, el punto en concreto es zona de tiburón limón, a 6,5 metros de profundidad, el sitio servía para comprobar los kilos de lastre en plomos y que los guías comprobarán el estado de ánimo de los buceadores con los escualos, me asombro que aquí, en estas aguas y con el neopreno nuevo, necesitaba nada más y nada menos que 20 libras de plomos (+/- 9 kg) para caer como una piedra al fondo, lo cual es lo más sensato buceando con escualos.
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A la 1:38 pm. Hora local tomábamos contacto con la arena del fondo del mar, una docena de tiburones limón curioseaba y zigzagueaba a nuestro alrededor. El agua a 27 grados estaba clara y se podía ver bastante lejos. La inmersión también servía para ver cómo funcionaban los equipos de fotografía. A las 4: 01 pm. La segunda con los mismos resultados de confort. Este viaje promete ser lo que se esperaba.

Día 3

Gracias al jet lag, no me pierdo un amanecer, a las 5 de la mañana la población europea del barco camina por las estancias como zombis en busca del café que la cocinera prepara a las 6 por lo que nos dedicamos a hacer tiempo con nuestros aparatos electrónicos porque no nos da la cabeza para más.
Durante la noche el capitán llevó el barco a "Fish Tales" dentro del área de Tiger Beach, un punto de buceo con el tigre, esta vez el briefing lo hizo el capitán, nos explicó muy seriamente como se ha de hacer la inmersión, como se debe actuar con los animales y como evitar un accidente, parece mentira que ante estas impresionantes criaturas el mejor escudo es tener contacto visual, no hacer movimientos bruscos y si se acercan demasiado y cierran los ojos, signo de que pueden morder algo por curiosidad más que por agresividad, solo basta con poner un palo delante, la cámara de fotos o cogerlos con las manos suavemente y apartarlos de tu trayectoria, el uso de los guantes es obligatorio, para que el animal compruebe que no somos de su agrado culinario y para no transmitirles bacterias, puesto que el contacto con muchas personas les puede acarrear problemas sanitarios.
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Las inmersiones aquí son muy sencillas, no superan los 14 metros y la corriente es muy suave, lo único a tener en cuenta es estar cerca de los compañeros, tener controlados a los tigres, toros y martillos gigantes y permanecer el mínimo tiempo posible en superficie para evitar accidentes con los animales.
Por la mañana tuvimos dos inmersiones Feeding, en la primera 4 tigres de diferentes tamaños, aunque me parece que no todo el mundo tenía claro dónde tenía que estar y fue un poco desordenada, la segunda mejor, el semicírculo perfecto, la corriente muy suave, visibilidad buena. En esta ocasión nos visitaron tres de los cuatro tigres de la mañana, el más pequeño de ellos, tenía el hocico un poco hundido por la mitad, por lo que le puse como apodo Cara Partida, por su juventud presentaba una actitud muy curiosa, lo cual puede entrañar cierto riesgo para el buceador, porque un pequeño mordisco de este animal, jugando o fisgoneando, puede arreglarle a uno el resto de sus días.
Los guías, para mi sorpresa, conocen a cada uno de los animales e incluso les han puesto nombre, conocen su carácter, su edad aproximada, su sexo, tamaño y demás datos de cada uno de ellos, un tesoro como este, el motor económico de sus vidas es muy apreciado para ellos.


Después de comer hicimos la tercera inmersión del día, la técnica del semicírculo ya estaba asumida, nos visitaron dos tigres, todo bien, hasta que el mayor de los japoneses recibió la visita por la retaguardia de Cara Partida y el hombre parecía no escuchar las señales acústicas de los guías y los compañeros de buceo, al ser yo el que más cerca estaba tuve que empujar para un lado al hombre e interponer mi palo en la trayectoria del escualo, este sintió el contacto del plástico, avanzó un poco y cerró los ojos, señal de que podía morder algo, entonces fue cuando puse mi mano sobre su costado y lo empuje suavemente, no quería enfadar o asustar al animal, solo apartarlo para que no llegará con su boca a la parte posterior de la pierna del anciano, y en unas décimas de segundo, que me parecieron varias horas, el animal me miró y apartó su rumbo de nosotros, entonces el hombre ajeno a todo lo que había pasado se volvió, en su ojos se apreciaba enojo por el empujón, después vio a su lado la cola del escualo que se apartaba y comprendió la situación, puso cara de agradecimiento y yo apunté con mi dedo mi oído para que prestara atención a los sonidos, pero parece ser que no oía nada, no sabemos si por la capucha o porque no descompensó bien.
Esta vez es la primera que tocó un tiburón tigre, no me imaginaba que pasaría de esta manera, pensaba que pasaría a mi lado y le tocaría las aletas o algo por el estilo, no que intentaría hacer que cesase en el intento de curiosear las canillas del buen anciano. Después de la inmersión el buen hombre dio a entender que comprendió la situación pero que tenía mucha presión en la cabeza y no escuchaba nada, un momento como ese se puede complicar mucho.

La cuarta inmersión fue suspendida, tres tormentas nos rodeaban y el capitán no dudo en cancelarla, la seguridad debe prevalecer en un viaje que ya de por sí tiene lo suyo. Durante la cena levamos ancla y el capitán nos llevó a un punto donde las olas no eran tan fuertes para poder dormir tranquilos.

Día 4

A las 5 de la mañana los zombis europeos recorremos los pasillos iluminados por las tenues luces de servicio. La noche, más cerrada que de costumbre por un cielo nublado, nos dice que hoy será difícil entrar en el agua. Después del desayuno, las horas pasan despacio, algunos hemos recorrido medio mundo para hacer estas inmersiones y solo vemos como el cielo deja caer el agua en la que estamos deseando sumergirnos. Se forman corrillos para charlar y contar anécdotas, enseñar las “capturas” en formato de foto y video, de las inmersiones pasadas. Yo me uno al grupo de la tripulación para hacer varias preguntas. Me cuentan que en estas aguas de Little Bahama Bank vive una población de unos 20 tiburones tigre, pero que el número cambia según la migración provocada por las estaciones, el celo y demás factores. Estas criaturas, tienen una producción media anual de 900.000$ por año, que los buceadores se dejan gustosamente por vivir esta impresionante experiencia, de hecho 3 de los 10 que somos en el barco repiten por segunda vez. Casi toda la recaudación la ejercen dos empresas, que trabajan casi todo el año, la mayor parte del tiempo trabajan con escualos y el resto con delfines, los impuestos de estos 18.000.000 de dólares van a parar a las arcas del gobierno de Bahamas y de esta manera estos tiburones producen puestos de trabajo, escuelas, hospitales y demás servicio sociales. Me comentan que, a cambio de la actividad ecoturística, los tiburones están protegidos por ley, pero que, gracias a su fuerte economía, no necesitan de protección específica, una fuente de riqueza como esta tiene garantizada su continuidad. El tiburón tigre de Bahamas es el mayor y mejor ejemplo de sostenibilidad ecológica y económica del planeta, espero que por muchos años.
La comida, como siempre, opulenta, la cocinera intenta elevar el ánimo de los presentes agasajándonos con viandas de lo más gustosas, hoy pollo asado, pescado y vaciedad de ensaladas y arroz. Cocina a través de una ventana abierta y todos podemos ver como lo hace, sorprendentemente, utiliza muy pocas latas de conserva, casi todo es fresco, es muy de agradecer que se tome la molestia de cocinarlo todo en vez de usar latas como he visto en otros vida a bordo de similares características.
Los comensales comen tranquilos, pero se respira en el ambiente cierta tensión por no poder saltar al agua, después de la comida la gente repasa sus equipos, signo inequívoco de las ganas que tienen de usarlos.
A media tarde el mar sigue picado, pero montan una inmersión para satisfacer las ansias de los buceadores, un poco de corriente y un oleaje considerable dificultan la ascensión al barco, convirtiendo el ascenso en una actividad peligrosa porque el mismísimo barco puede caer sobre la cabeza del buceador lanzado por el oleaje. La inmersión nos obsequia con la presencia de un gran tigre y el primer martillo gigante de la semana. Después de una hora de la salida del agua, el mar parece un poco más tranquilo y volvemos al agua, el tigre sigue aquí, pero el martillo prefiere vigilarnos desde la distancia, parece mentira que, para llegar al fondo, recorriendo los escasos 14 metros tengamos que atravesar una nube de tiburones limón de buen tamaño y grises, que a estas alturas forman parte del paisaje, sin inmutar lo más mínimo a ninguno de los presentes, solo la presencia de tigre o del martillo puede representar un peligro para los asistentes por falta de atención a estos.
Durante la noche el capitán vuelve a poner rumbo a aguas tranquilas para descansar.

Día 5

Parece ser que ha llovido toda la noche, el amanecer se presenta medio nublado en Fish Tales de Tiger Beach, el mar está en calma, pero la lluvia ha levantado los sedimentos del fondo y hace imposible la inmersión, la poca visibilidad nos deja poco campo de visión para vigilar a nuestros deseados escualos, convirtiendo la inmersión en más que peligrosa.
Nos permiten pescar para pasar el tiempo, la tripulación juega y monta alboroto para hacer que el ambiente sea más distendido, pero todos miramos por la borda para atisbar si aumenta la visibilidad, nadie se queja, la decisión está sabiamente tomada, como todas las que han tomado el capitán hasta el momento, pero la desazón es palpable en el ambiente.
A la hora de comer, se empiezan a ver las primeras manchas de coral, solo los más altos, aún queda bastante, pero no cabe duda de que hoy nos pondremos los neoprenos, los camaradas comen en silencio, casi con el ansia que tienen de tirarse al agua, por lo que han ahorrado y soñado desde hace mucho tiempo, esperar en el barco es demasiado caro económica y psicológicamente, uno a uno se levantan de la mesa y todos hacemos el mismo gesto, mirar por la borda y mirar a los guías y al capitán. Con más piedad que sensatez, ponen una hora en su reloj particular, ese reloj que está en la estancia principal y que marca una hora y pico más, ignoro si es por pura broma o para que estemos más atentos, a lo que ellos llaman hora local del barco, suben los ánimos, pero puede ser que la inmersión sea un fracaso.

Más o menos a la hora del barco establecida todos nos estamos equipando casi con desgana, como el que va a ver una película que ya tiene claro que es una decepción, pero vas de todos modos. No hay briefing, la inmersión es libre, en el arrecife que se encuentra bajo la proa, el guía estará a estribor de la proa, por fin saltamos al agua.
Los sedimentos forman una niebla impenetrable a partir de los 10 metros de profundidad, cuando intento acercarme para ver la visibilidad desde dentro, veo emerger un tigre de buen tamaño a apenas 5 metros de mi posición, entrar en esas aguas turbias, definitivamente, no es buena idea. Miro alrededor y el grupo se encuentra dispersado sobre el arrecife que sobresale de la capa de agua turbia, como una isla, aparte de los innumerables grises, los grandes y llamativos limones, algún nodriza, tres enormes tigres rondan a los buceadores, parece que juegan a una suerte de escondite planificado, cuando dos de ellos se acercan de frente, en aguas abiertas y con mucha visibilidad, el tercero aparece de detrás del arrecife a pocos metros, la inmersión da lugar a buenas fotos y videos, algún contacto físico con los escualos, es difícil de describir la sensación del contacto con estas increíbles criaturas, bajo la áspera y llamativa piel de los tigres, se nota como se contrae de su fuerte musculatura.
Al final de la inmersión, los posos casi han llegado al fondo, Neptuno ha escuchado nuestras plegarias. Ya en el barco el ánimo es mucho más jovial, y se anuncia un feeding en una hora, todos corremos a recargar baterías y cambiar memorias, nos hidratamos y preparamos para la segunda de la tarde.
El mar está más calmado, tenemos que esperar a que se aparten los enormes limones para poder saltar al agua de uno en uno, solo atravesar la superficie del agua veo 4 tigres, uno más que antes, ya esperan en el punto de la actividad, parece que ya lo sabían antes que nosotros mismos, sus pasadas a pocos centímetros, la expresión de sus caras, los ojos entornados como traviesos y pillos niños, parece que estos tigres disfrutan de la presencia y del contacto con humanos. Definitivamente esta inmersión ha cambiado mi forma de parecer sobre estas criaturas.
A la salida del barco el ambiente es pletórico, todo el mundo canturrea y lleva una estúpida sonrisa en la cara, como cuando han besado por primera vez a una chica, es evidente que todos han tenido la misma sensación que yo, entonces anuncian la tercera inmersión, también feeding, el ambiente no puede ser más pletórico, ya ni nos quitamos los neoprenos, la tripulación saca bebidas y frutas a la popa del barco para que no tengamos que entrar con los neoprenos mojados, parece una fiesta, calculamos el tiempo mínimo de espera en superficie para poder saltar de nuevo al agua, miro el horizonte y el sol está bastante bajo, y saltamos por la popa como joviales pingüinos con nuestras aletas y nuestro torpe andar por el movimiento del barco y los quilos de nuestro equipo.
En el fondo, tres de los 4 tigres aguardan su pescado, dos muy jóvenes juegan con el Feeding-man, el encargado de darles la comida, el muchacho joven, delgado y rubio, siempre concentrado en su trabajo, su semblante, permanecía carente de expresión en la mayor parte del día. Este muchacho cambiaba increíblemente con los tigres, jugaba con ellos, casi se podría decir que bailaba, les acariciaba el hocico y estos entornaban lo ojos de placer, les corregía las conductas que pudieran ser peligrosas para la actividad. Él juega con los tiburones tigres de la misma manera que yo juego con mi perro, aparte de lo desconcertante que pueda parecer tener una relación así con una criatura salvaje y a simple vista bastante peligrosa, la imagen es bastante tierna dadas las circunstancias, al acabarse el pescado, estos venían a él mucho más despacio de lo habitual, rozando el suelo, y el joven muchacho cogía la enorme cabeza del escualo con las dos manos y apoyaba la suya en la del animal en señal de gratitud.
A la salida del agua me proponen una nocturna, ¡por supuesto que sí!, contesto, no desperdiciare ni un minuto de inmersión, pero a los 10 minutos, la cancelaron, porque solo yo estaba animado, creo que la gente estaba cansada después de tres inmersiones seguidas.
Es casi de noche cuando subimos a bordo, tenemos la satisfacción de haber salvado el día, la opulenta cena va seguida de animadas conversaciones y la habitual exhibición de las innumerables fotos y videos del día, creo que aquí es el único sitio donde se pueden mostrar sin agobiar al personal. Todo el mundo se va a dormir pronto, hay que recuperar fuerzas para mañana.

Día 6

Como siempre hemos dormido en lugar tranquilo, la mañana es preciosa, el amanecer se despereza lentamente, cada vez menos zombis pueblan los pasillos, nos estamos habituando al horario del barco.
A última hora de la noche, el capitán y yo coincidimos a barlovento para echar un cigarrillo, le comenté que me preocupaba no poder llamar a mi familia, porque aquí no tenemos cobertura en ningún punto por los que pasamos, él, como siempre, amablemente, me ofreció su teléfono por satélite, pero me advirtió que las llamadas son muy caras, convenimos 4 dólares por minuto. A las 6 de la mañana hora local, 12 en casa, pude hacer la escueta, pero deseada llamada.
El capitán pone rumbo al noroeste en busca de un arrecife en Fish Tales, Tiger Beach, cuando llegamos la visibilidad es casi nula, aún es pronto y quiere que aprovechemos el día, inmediatamente pone rumbo al este, al poco pasamos de un mar de color pálido por los sedimentos a uno azul oscuro, señal de aguas transparentes. Los muchachos de la tripulación colocan cañas de pesca para las barracudas que servirán de cebo en las inmersiones con feeding.
A estas alturas, todos los tripulantes del barco son cómplices de la misma aventura, el grupo de japoneses es muy amistosos, los americanos serviciales y la pareja de Dinamarca no paran de dar conversación y hacer bromas, el variopinto grupo del principio, ahora es un sólido grupo, en el agua, no tenemos pareja fija a excepción de los de Dinamarca, todos cuidan de todos y funciona muy bien a la hora de localizar a los tigres, solo con echar una ojeada al rededor, puedes ver donde se encuentra cada uno de los tigres por la dirección de las cámaras o de los dedos de los compañeros, cuando perdemos alguno de vista y aparece por sorpresa, el pato o campana de uno de los atentos guías nos avisa a todos.
Durante la ruta pasamos junto a un banco de arena donde vive un grupo de delfines, a la voz de dolphins, todos corremos a la proa del barco, ya no están, al girarme veo el gran ventanal de la cabina de mando del capitán, el hombre nos mira casi con pena, encogiendo los hombros, le pregunto dónde están y él señala hacia atrás, los hemos pasado. En ese momento, siento como la embarcación desacelera y las manos del capitán giran rápidamente el timón, está dando la vuelta para que los veamos, durante media hora pudimos ver a los simpáticos mamíferos jugar delante de la quilla. El sol me da en la cara cuando vuelvo a mirar los cristales ahumados de la cabina, no veo nada, pero sé que el capitán me está mirando, le hago una reverencia en señal de gratitud por molestarse en dar la vuelta.

La pesca de la mañana ha dado sus frutos, y los chicos de la tripulación deciden hacer un homenaje a los amigos japoneses, hoy sushi, la verdad es que les ha salido bueno.
A la hora de la comida (10 de la mañana) ya estamos anclados, tenemos poca visibilidad, así que esperamos a que el sedimento valla bajando, los muchachos cada hora se sumergen en apnea para ver cuándo se puede hacer la inmersión, van en pareja, dos tigres están en estas aguas y puede que algún martillo, a pesar de que están mas que acostumbrados a su presencia, ser precavidos no está de más, finalmente nos tiramos al agua, a media altura la suave corriente te arrastra y como se tienen que vigilar todos los ángulos, siempre se puede romper coral, me decanto por estar de pie en el fondo de arena en una abertura del arrecife, la visibilidad no es muy buena, pero me he dado cuenta que por aquí hacen sus pasadas los tigres.
Después de una hora, regresamos a superficie, la mitad, ni siquiera nos quitamos los neoprenos, esperamos el feeding, el olor a pescado podrido que emanan las cajas para atraer a los tigres ya no parece tan desagradable, es un mal muy necesario para poder hacer la inmersión. Ya bien entrada la tarde nos tiramos al agua, los limones se abren paso entre los buceadores, casi empujando y se tumban en el suelo junto a nosotros, como quien se cuela en una fiesta y aparenta ser de la familia. La visibilidad no es muy buena, suficiente para localizar a los animales con tiempo y la corriente va desplazando al grupo poco a poco, pero estamos en el agua con tigres y con eso tenemos más que suficiente.
Nuevamente salimos de noche. Si no es por las luces de popa, no encuentro el cabo de descompresión, dispuesto para que nos agarremos durante la parada de tres minutos, de la punta del cabo penden un buen manojo de lastres de plomo, nosotros nos agarramos con una mano y la corriente nos coloca en posición horizontal, como banderas humanas. Los tigres han venido a despedirse, por si aún queda algún trozo de pescado para ellos, ahora son ellos los que nos miran con curiosidad, en nuestra pintoresca postura. La subida a bordo es tranquila, ya en superficie el viento es muy fuerte, esta noche la ropa mojada dormirá en el camarote, puesto que en la cubierta superior corre el riesgo de que se la lleve el viento, a pesar de la media docena de pinzas que le ponemos a cada prenda.
Después de la cena los japoneses sacan un par de botellas de vino, esta noche vamos a dormir todos bien, antes de dormir, veo como se acerca una tormenta, los relámpagos iluminan el horizonte, la lluvia llega al barco, mañana también estará el agua turbia.

Día 7

Es el primer día que me despierta el despertador, el caldo de los amigos japoneses me ha enviado directamente a los brazos de Morfeo, los dos abuelos forman una pareja de trúhanes con la que es imposible aburrirse, han cogido la iniciativa de emparejarme con la chica nipona y colocan nuestros cubiertos juntos para fomentar la relación, el más joven de los dos trabaja en seguros de vida, le dije que este es el lugar donde poner su oficina y eso dio para un buen rato de compulsivas risas.

La mañana esta nublada, el mar un poco más encrestado de lo normal, el desayuno tranquilo y sosegado, algunos camaradas están mareados. El capitán, en una de sus muchas visitas a la popa para fumar a barlovento, nos comenta que iremos al norte, a un arrecife frecuentado por los martillos, pero que hoy el mar no está para bromas y esperaremos a ver si tenemos suerte.
El tercer japonés, el más joven, es cámara, fotógrafo subacuático profesional y modelo, a diferencia de los de su gremio, no duda en compartir sus fabulosas fotos y videos con todo aquel que se las pide, yo solo le he pedido alguna en la que salgo y amablemente, me ha dado un buen número.
A la hora de la comida, las 10 de la mañana, el capitán baja de su cabina y en tono solemne nos pide a todos atención, durante la mañana hemos pasado por tres de los puntos de buceo donde más clara puede estar el agua y en ninguno el mar nos dejaba entrar, había llamado a todos los barcos e islas por radio y solo ha hallado un punto donde bucear, es un punto resguardado por una isla de corrientes y vientos donde echar el ancla tranquilos, se puede bucear, pero nada de tiburones, ocasionalmente han visto por allí a un viejo tigre, pero es improbable que en un día revuelto como hoy nos honre con su presencia.

Una vez anclado el barco, los muchachos disponen dos cajas con pescado para atraer al viejo tigre, la gente perezosamente se ponen los neoprenos, una inmersión sin tiburones casi no merece la pena, yo me uno a los dos trúhanes nipones y realizamos la inmersión en busca de peces tropicales que fotografiar e inspeccionar el arrecife, también es interesante prestar un poco de atención al ecosistema donde habitan los tigres.
Después de una hora y media de espera en el barco emprendemos la segunda inmersión, esta vez nos acompaña Jimmy, el fotógrafo japonés.
A la llegada al barco, compartimos cervezas y sentimientos y contemplamos la hermosa puesta del sol, al fin y al cabo, el día no ha estado tan mal.
Después de la cena, al resguardo del viento en la popa, donde los fumadores nos solemos congregar, comentamos que la noche esta despejada, las corrientes son moderadas y el viento está tranquilo. Mañana promete ser un gran día de tiburones. Antes de irse a dormir, los muchachos han preparado dos cajas para el feeding de mañana, me sorprendo a mí mismo olisqueando el olor a pescado podrido y relacionándolo con la sensación de la vida que supone esta experiencia, ¡cuanto lo voy a echar de menos! El capitán ha puesto rumbo al arrecife al que le había puesto el ojo hoy, despertaremos en él e intentaremos sacar el máximo partido al día.




Día 8

El día amanece tal y como se esperaba, todos nos hemos levantado antes del amanecer creyendo que será un buen día, la corriente y el viento coinciden y pegan en la proa del barco que apunta justo al norte, los muchachos dicen que es muy buena señal, después del desayuno esperamos a que el sol alcance un poco de altura para poder ver bien, los neoprenos empiezan a enfundar nuestros cuerpos, y por fin llega la hora, saltamos al agua antes que los propios guías, estamos deseosos de tomar contacto con los escualos, ni siquiera sabemos dónde va el semicírculo.
Al atravesar la superficie, localizo a dos buenos ejemplares e tigres, los dos superan ampliamente los 3 metros, se paran a posos metros y nos rodean, pasan entre nosotros y se paran a curiosear a algún compañero, toco fondo, la arena suelta una considerable cantidad de sedimento, eso no es bueno, los últimos días se ha acumulado mucha materia suelta y ahora se levanta con mucha facilidad.
Vienen los guías y nos colocan en la zona de interacción, empieza el festival, a la fiesta se une un viejo amigo, el joven Cara Partida está aquí, parece que se acuerda de nuestro anterior encuentro, se dirige a mi directamente y se deja tocar los costados y las aletas, de repente entra en escena un toro, todos estamos expectantes de los tres tigres y del toro, de menor tamaño es más complicado de controlar entre la nube de limones, grises y alguna nodriza.
En un momento, nos vemos inmersos en una nube de sedimentos, por alguna razón los limones y los grises han montado un gran alboroto cerca del fondo y han levantado esta nube, no se puede saltar del fondo, si algún tigre o el toro se está acercando, lo tomaría como una huida y sería peor, escudriñamos la niebla y esperamos, definitivamente hoy están juguetones, uno me sorprende por la retaguardia y apenas tengo un segundo para coger su hocico con dos dedos para apartarlo, creo que lo he cogido demasiado fuerte, porque su huida ha sido muy rápida.

En el tiempo de descompresión veo a un tigre que parece más grande de lo normal, me parece que este si es de 4 metros, da un giro y se dirige hacia mí, viendo que busca mis piernas intento descender, más de 10 metros me separan del suelo, no sirve de nada, me quedo quieto, y espero que se acerque, cuando está al alcance, le muestro el palo y este se queda mirándolo y entonces cambia la trayectoria. Aunque con poca visibilidad, ha sido una gran inmersión.
En cubierta anuncian una inmersión en una hora, nos hidratamos y picamos algo. A la hora convenida, el mar presenta muy mal aspecto, esta calmado, pero nada de visibilidad, este es un buen punto para el martillo y andar buscando otro sitio el ultimo día de buceo no es buena idea, por mayoría absoluta decidimos quedarnos a esperar a que se aclare el agua. Hoy, comida mexicana, algunos han repetido tres veces.
Después de comer los abuelos nipones se tiran al agua solos, quieren hacer su última inmersión pronto para despedirse del viaje con unas cervezas después de la inmersión, nada más tocar el agua, comprueban que no se ve nada y suben rápidamente. Una hora y media después proponen la última inmersión, demasiado peligroso hacer feeding con esta visibilidad, es libre, nos vamos Jimmy, Megumy y yo, entre los tres cubrimos todo el campo de visión y nos damos una buena vuelta a través de las aguas turbias, un poco más apartados del barco tenemos algo más de visibilidad, pero solo recibimos la visita del toro y de un tigre una vez. Cambiamos de rumbo y nos vamos a la zona de proa, la visibilidad no es tan buena, pero aquí están dando vueltas los 3 tigres y el toro, dan lugar a buenas tomas, el momento es fantástico, al regresar al barco, los tres minutos de descompresión, los pasos acompañado por el toro, que parece dudar entre acercarse o vigilarme desde el fondo.
A la subida al barco, los chicos se afanan por endulzar nuestros equipos, nosotros solo los aparatos de fotografía y video, la cena está colmada de brindis y agradecimientos a todos. Se nota la tristeza en los ojos por el fin de la aventura.
Después de la cena, el capitán pone rumbo al extremo oeste de Grand Bahama, para tramitar la salida de los pasaportes, la noche, aunque despejada, levanta holas de considerable tamaño, sigo agradeciendo que este sea un barco de pesca, con uno de recreo, seguro que no tocamos el suelo con esta mala mar. Después de tramitar los bisados, el capitán dirigirá el barco a Miami donde terminará nuestra aventura.

Día 9

A las 7 de la mañana estábamos atracados en el puerto de Riviera Beach, los visados estaban tramitados a las 8 y a las 9:30 estaba prevista la salida del barco.
No me imaginaba que me iba a costar tanto despedirme de la tripulación ni de los camaradas de viaje. Después de intercambiar los mails, uno a uno fueron despidiéndose y alejándose por el muelle para partir en sus respectivos taxis, los echaré de menos, este ha sido un viaje inolvidable.


Idioma: Ingles
Corriente: 110V en tierra y en el barco. Enchufe americano de patillas planas
Horario: - 6 horas
Temperatura del agua: 26 a 28º
Se puede combinar con el buceo en las Islas Caiman, Mexico (Playa del Carmen), Belice, Bahamas
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Última edición por el maco el 11/Feb/2018, 10:45, editado 2 veces en total.

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katuarrai
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#2 Mensaje por katuarrai »

Buena crónica. :ok1: Gracias por compartirla.
Saludos desde Euskadi tropical
"Vivir en la Tierra es caro pero ello incluye un viaje gratis alrededor del sol cada año"

Nikon D7200 en nauticam y flashes sea&sea d1

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alapues
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#3 Mensaje por alapues »

Muy buena crónica y preciosas fotos! Nosotros lo hicimos con otro barco (el de Jim Abernethy) pero muchas cosas (el tipo de barco, la buena disposición del personal, las enormes cantidades de comida... ) son muy parecidas y leyéndote he revivido muchas de nuestras experiencias!

:plas: :plas: :plas:
Sea Shepherd, defendiendo la vida marina por todo el mundo. Únete.
¡POR LOS OCÉANOS!

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tortugo
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#4 Mensaje por tortugo »

Gracias por la información y por compartirla con nosotros.
Canon S100,2 Flash Sea&Sea YS-D1,Lente Saga,angular UWL-05,Carcasa Isotta
Foto avatar cortesía de Dugongo

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diver69
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Ubicación: Guadalajara

Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#5 Mensaje por diver69 »

Buena experiencia , me ha gustado . :ok1:
" Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignorámos es el océano " ( Isaac Newton )

https://www.instagram.com/luisfelipe_fotosub/

@luisfelipe_fotosub mis fotos submarinas

https://www.instagram.com/luis_f_frias/

@luis_f_frias mis "otras fotos".

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eneseme
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#6 Mensaje por eneseme »

Muy buena crónica y muy bien relatada.
Gracias por compartirla.

el maco
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#7 Mensaje por el maco »

Muchas gracias a vosotros por dedicar vuestro tiempo a leer estas líneas. El viaje lo realicé en octubre del 2017, aunque las fotos son prestadas de la tripulación del propio barco, que, aunque más antiguas, son de mucha mejor calidad y más bonitas que las que hice yo mismo.

:ok1:

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athinae
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Re: Bahamas, tiburon tigre en el Dolphin Dream

#8 Mensaje por athinae »

Muchas gracias por la crónica y por el esfuerzo de escribirla
"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas,
puede cambiar el mundo" E. Galeano

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